Hace un par de meses: una argentina visita una librería de la ciudad. Me pregunta: ¿tenés autores ecuatorianos? Por supuesto, respondo, y le guío hacia la sección donde los escritores de nuestro país, y sobre todo de Cuenca, reposan. Ella mira. Yo espero. ¿Podés recomendarme algo? He estado en otras librerías, pero no han logrado darme un nombre de un escritor que me llame la atención, parece que no conocen su literatura. Titubean. En Argentina no hay libros ecuatorianos, dice. Eso duele, me digo.

Y también me digo: Hay ruta recreativa. Hay ruta de los museos. Y por allí vi que había una ruta de las parroquias. ¿Para cuándo una ruta que nos inmiscuya en la literatura cuencana, y si hay como, en la literatura ecuatoriana? Claro que la iniciativa debe ser propia, pero ya que estamos acostumbrados a que nos guíen un poco, ¿cuándo las direcciones de cultura nos enseñarán el valor y el poder que tienen los libros? Estoy seguro que se ha invertido mucho tiempo y dinero en generar campañas publicitarias con el fin de que un domingo agarremos nuestra bicicleta y paseemos por la orilla del río; y estoy seguro que se invirtió mucha creatividad para que la familia cuencana, después de misa, decida caminar por los museos para conocer un poco de nuestra historia.

Y está bien: es necesario ejercitarnos y es necesario conocer nuestro pasado. Sin embargo también es necesario que conozcamos nuestra producción literaria para no escuchar lo que yo escuché. Ya es necesario contar con tiempo y dinero para que se genere una verdadera campaña donde los libros sean el centro de atención. Ya es hora de dejar a un lado el nombre que nos califica como la otra Atenas si no tenemos idea de nuestros contadores de historias. Tal vez es hora de decir: ¡Déjate ver en las librerías o en las bibliotecas!

Andrés Mazza

Fuente: La Tarde

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