El expresidente Osvaldo Hurtado sostiene que la actual pandemia causará gran pobreza, pero que el país no estuvo preparado para enfrentarla porque “Correa acabó con el Estado, con la economía, con el Seguro Social, con la democracia”. Pero tampoco cree que Lenín es el presidente adecuado para manejar la crisis. “Habría que anticipar las elecciones”.

La cuarentena tiene al expresidente Osvaldo Hurtado recluido en una quinta en las afueras de Quito, con tiempo para “jardinear” y actualizar su obra “Las dictaduras del siglo XXI”, cuya nueva edición publicará la editorial Random House. El paso de los años se nota en las entradas profundas de su cabello y en la evolución de su pensamiento político.

“Fui socialista y estatista, porque era lo ‘in’ en esa época, pero hoy hay una evidencia indiscutible, ningún país socialista y estatista en lo económico ha progresado”. En esta entrevista, el intelectual que escribió la primera gran obra de análisis del país, “El Poder Político”, que lleva una veintena de ediciones y el Presidente que gobernó un periodo de crisis económica, analiza el duro momento actual.

¿Por qué la actual crisis es cincuenta veces más grave que todas las que hemos tenido?

A diferencia de las pestes anteriores, esta ha llegado a todos los países del mundo por la rapidez del contagio y pese a que su índice de mortalidad no es alto, produce el colapso de los servicios sanitarios y la paralización de la actividad económica con consecuencias gigantescas para el empleo y la pobreza. Esto es mucho más grave en países desordenados, irresponsables y caóticos como el nuestro, los países gobernados por los dictadores del socialismo del siglo XXI.

Las consecuencias también las sentirá México con López Obrador.
El mundo moderno arroja muchas evidencias, pero sin duda hay una indiscutible: el fracaso del modelo económico socialista. En los últimos 120 años ningún país gobernado por un régimen económico socialista ha progresado. Han causado un retroceso y la muerte de millones de personas como ocurrió durante la era de Stalin o la hambruna de Mao. Y eso está sucediendo en Venezuela, Cuba, Nicaragua y Ecuador, y México va a correr la misma suerte. No deja de asombrarme que personas inteligentes, cultas e informadas sigan a esta altura de la historia defendiendo esa política socialista, con los ojos puestos en el Estado para resolver todos los problemas.

Acaba de formarse una organización auspiciada por una fundación de Bernie Sanders, que incluye intelectuales como Naomi Klein, Noam Chomsky y Janis Varoufakis, para defender un nuevo orden mundial socialista.
Supongo que todos han leído la historia y están ahí inventándose nuevos nombres para defender ideas viejas, fracasadas e inútiles, contrarias al interés de los pobres, porque si alguien ha sufrido en los gobiernos socialista son los pobres y los trabajadores por el estancamiento que produce el modelo socialista, y la mejor manera que tiene un hombre para dejar de ser pobre es tener un trabajo.

 ¿Por qué sigue siendo tan atractivo el socialismo?
Porque existe un sentimiento humano muy profundo, que todos seamos iguales, que no haya ricos ni pobres. Mucho tiene que ver el cristiano, y ahora en el siglo XXI con el papa Francisco, con sus ideas anticuadas, impropias en un jesuita que se supone debe tener las lecturas al día. Dice cosas muy parecidas a las de un político socialista marxista leninista, con lo cual no quiero decir que sea eso.

¿No es una reacción a lo que se llama capitalismo salvaje?
Hoy no existe en el mundo el capitalismo salvaje, eso ocurrió en el siglo XIX. Desde la segunda mitad del siglo XX hay un sistema virtuoso que además de permitir conseguir un empleo, trabajo, ofrece seguridad social, seguro de desempleo, jornada de ocho horas diarias, pago por horas extras, fin de semana libre y jubilación. ¿Qué tiene que ver esa grandiosa realización humana con los millones de asesinados por Mao y Stalin?

¿No incide también que la disparidad económica es tan grande? En Estados Unidos, el uno por ciento es dueño del 99 por ciento de la riqueza, por ejemplo.
El progreso es tan enorme que nunca había ocurrido en la historia humana que muchachitos de 30 años, 40 años, sean multimillonarios. Cuando esto sucede en una sociedad, las distancias aumentan. En el mundo de hoy, la igualdad social es imposible porque la tecnología permite poner un producto en todo el mundo y convertirse en multimillonario. La igualdad es una condena al atraso y si alguien ha hecho por los pobres algo importante es la tecnología. Pensemos en un celular, cómo ha cambiado la vida de los pobres en el mundo.

El ideal debe ser vivir bien. Si se vive razonablemente bien, la riqueza de otros debe importarme un pepino. Ese debe ser el discurso de siglo XXI. Si se crean dificultades, para la innovación tecnológica, se paraliza a un país. Y eso puede pasar en el país después de la pandemia. En realidad, Ecuador ha tenido dos pandemias: el correísmo y el COVID-19.

En eso coincide usted con Steve Hanke, quien dijo en una anterior entrevista a Vistazo que lo peor que hizo Ecuador contra la dolarización es elegir a Correa.
La dolarización ha hecho más por los pobres, por la clase popular y la clase media, que las políticas sociales ejecutadas desde los años 30. Antes de la dolarización, el cuidador nocturno recibía cinco centavos de dólares, hoy en una noche puede hacer entre 10 y 20 dólares. La dolarización le permitió a la clase media educar a sus hijos, comprar departamentos, irse de viaje, y a los pobres llevar calzado, tener varias mudas de ropa, hacer turismo interno, a pesar del mal manejo de la economía del país por parte de Correa.

¿Cuál fue ese mal manejo?
Vengo de una época donde ser socialista y estatista era lo ‘in’, pensaba de esa manera. El Estado es indispensable, pero aquel estado socialista, correísta, tercermundista, chavista, castrista, lopezobradorsista, es un atentado contra los que menos tienen y más pobres son. Ese Estado tiene que desaparecer si queremos progresar. Esa es una grave deuda de Moreno y sus seguidores, que recién a los tres años comiencen a reducir el tamaño del Estado y a despedir a miles de pipones, llamados asesores, que llenaron las instituciones públicas y estaban dedicados a tomar café, fumar cigarrillos y hablar de la próxima farra.

Un Estado que pasó de ser el 20 por ciento de la economía al 40 por ciento; tiene que volver al 20 por ciento y eso va a pasar por la pandemia. El coronavirus es una horca para el Estado, que no tiene un centavo. El Estado ha sido desnudado.

Es la hora de eliminar los subsidios, pero ya los indígenas y los sindicatos hablan de levantamientos.
El movimiento indígena se ha constituido en un obstáculo para el desarrollo nacional. Está impidiendo que la economía se ponga en orden. Está provocando que la economía colapse, más cuando hay un suceso impredecible como la pandemia. De la misma manera que a todos los ecuatorianos nos están pidiendo un sacrificio, deben hacerlo todos. Es una oportunidad para tomar una serie de medidas muy duras e impopulares, pero que nos permitirá salir del hueco en el que estamos.

¿Tiene el presidente Moreno el vigor para hacerlo?
Los seres humanos no cambian, son como son, esto es válido para Correa, Moreno y en su época fue válido para Febres-Cordero. Moreno es un hombre parsimonioso que ve pasar a la sociedad, a la economía y a la política, y tienen que pasar una docena de veces para que caiga en cuenta de que algo está mal, y tiene que escuchar a una docena de personas para que se dé cuenta de que debe enfrentar una catástrofe, pero quien gobierna de esta manera, sin duda, no es la persona adecuada para enfrentar la actual crisis, pero ahí está y con él tenemos que contar. Por eso se me ha ocurrido que conviene, hasta donde sea posible, adelantar las elecciones, para tener un presidente que pueda gobernar.

Eso es lo que ha buscado Rafael Correa. ¿No sería él, el beneficiario?
No lo sé. En todo caso no creo que la mitad de los ecuatorianos estén dispuestos a votar por él. La pandemia es la causa del empobrecimiento, pero él acabó con el Estado, con el seguro social, destruyó la democracia. En el caso de que eso llegará a suceder, no creo que un gobierno de sus características pueda resolver los graves problemas que tiene la economía nacional. Además, para ese momento, Correa o estará en la cárcel o confinado en su apartamento en Bélgica. No estará habilitado por los juicios que tiene, no solo por el caso Sobornos.

Estoy actualizando mi obra, “Las dictaduras del siglo XXI”, para una nueva edición. Las cifras del robo de Correa, Glas, sus ministros, alcaldes, diputados, son miles de millones de dólares. Por todo lo que se robaron, el Ecuador no puede enfrentar la crisis sanitaria como lo hace Perú, que de su dinero pone 20 mil millones de dólares; o Colombia, al que el FMI le da 10 mil millones. En cambio, Ecuador no tiene dinero propio. Es culpa de Correa y de Moreno, quien algo ha hecho para distanciarse, pero fue correísta, en el fondo es socialista y ese corazoncito no lo pierde de un día para otro.

¿Qué se le puede reconocer de bueno a Moreno?
Una cosa importante y meritoria. A su estilo parsimonioso, lento, ocioso, desmontó buena parte del aparato dictatorial de Correa. Pienso que la historia le reconocerá su talante democrático. El
correísmo dejó todo amarrado para seguir gobernando, pero Moreno desmontó el sistema.

No obstante, sigue recurriendo a correístas para gobernar.
Mucho se criticó a la clase política de los años 80 y 90, la llamada “partidocracia”. Pero si uno la compara con la del correísmo y el morenismo, hay un abismo, salvo excepciones, que no provienen del correísmo o provienen de sectores que se distanciaron del correísmo. La clase política es para sentarse a llorar: cómo hablan, cómo escriben, lo que creen…

Pero usan bien las redes sociales…
Tengo una visión positiva de las redes sociales, todo eventualmente se decanta a pesar de los troles. En octubre hubo una batalla campal para derrocar a Moreno y no lo lograron. En marzo y abril quisieron culparle de todos los problemas sanitarios. Han quedado dos verdades. No hay razón para derrocar a Moreno, con todos sus defectos es mejor que Correa y con respecto a la pandemia, si países como Italia, España y Estados Unidos han tenido dificultades, cómo no iba a tenerlas Ecuador. Nunca en la historia de la humanidad los avances tecnológicos han sido negativos.

Se considera que la pandemia, tiene el riesgo de promover líderes poco democráticos en los países. ¿Puede ocurrir esto en Ecuador?
Después que hemos tenido un líder blando, a lo mejor los ecuatorianos deseen un líder fuerte. Pero en la política electoral sucede igual que cuando uno va a un restaurante: se puede pedir de los platos del menú. No creo que va a llegar un Hitler o un Correa, cuyo destino es la cárcel, por un delito confirmado. Y faltan más.

¿Quiénes han logrado posesionarse por las acciones en la pandemia: Nebot, Lasso u Otto?
Aquellos que han trabajado por encontrar una solución a la crisis sanitaria han tenido una alta exposición, como es el caso del vicepresidente. En Ecuador, a los millonarios les pesa el codo, no son como los millonarios norteamericanos. George Soros (multimillonario húngaro-estadounidense) regaló 10 millones, otros sin que quieran que se sepa su nombre se han reunido con científicos y dado altísimas donaciones para resolver aspectos de la crisis. No sé si Lasso ha conseguido mucho más dinero de lo que puso él y su familia, quizá sí. Se le criticará diciendo que es por política que lo hizo, pero considero que es un mérito que lo haya hecho.

¿Las élites ecuatorianas son un problema?
Es la sociedad, que tiene los hombres de negocios que se les parecen, los políticos que se les parecen, los deportistas que se les parecen. Las élites no son diferentes. Como decía un articulista, todos quieren pasar de “agache”. Las cámaras no quieren impuestos, esto sería viable si hubiese recursos; las universidades no quieren que se les recorte los presupuestos; la clase media no quiere donar. Todos debemos contribuir porque todos estamos en mejores condiciones que los pobres. No me gustan los impuestos, pero no hay otra salida.

Fuente: Vistazo

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