Dr. Hugo Lucero L.
Por: Dr. Hugo Lucero L.

Con extrañeza y por qué no decirlo con preocupación y malestar, observamos que en nuestro Cantón Girón y específicamente en su sector urbano,  se manifiesta un abandonar de obligaciones que tienen los entes correspondientes para con nuestra población y porque no decirlo para los que nos visitan, en efecto: muchos comerciantes invaden nuestras veredas, el comercio informal sobre todo en la entrada a Girón es un caos, y existe un descuido y porque no decirlo un abandono total en el  mantenimiento de los espacios verdes y centros recreativos.

En todas las ciudades y poblaciones del Ecuador y del mundo, las entradas a su centro urbano son intervenidas con el máximo empeño en función de convertirles  en  espacios seductores que den la bienvenida a  propios y extraños, ni que decir cuando se identifican como la cara de las ciudades, sin embargo de lo cual, en nuestro Cantón, sucede exactamente lo contrario, en efecto: los parterres de la avenida Girón-Pasaje y el espacio verde de la “Cholita Gironence”, se han convertido en  monumentos a la desidia e inoperancia, con plantas alguna vez ornamentales, hoy descuidadas, no podadas e invadidas en parte por la maleza.

Y la preocupación es mayor, cuando observamos que desde hace algún tiempo los semáforos de la avenida Girón-Pasaje, se han convertido en “ facilitadores del peligro” para los conductores, por cuanto en vez de cumplir con sus funciones se han  transformado por su vetustez y abandono en aparatos que emiten luces anárquicas, cuando “dicen que” están funcionando, o caso contrario semáforos que pasan todo el tiempo con la luz roja intermitente, acaso reclamando la oportuna atención de los respectivos funcionarios, que no recuerdan que estos  instrumentos también  deben emitir luces de color verde y amarillo para llamarse semáforos. Para dar solución a estos problemas no se requieren de mayores recursos, pero sí de la voluntad política y el deseo de servir a la población.

Creemos que lo mencionado es solo un ejemplo de una parte vivencial diaria, que se constituye en un muestreo de una realidad local no atendida y que merece la participación ciudadana en el tema de una contraloría social, en función de motivar el trabajo de nuestras autoridades y en un despertar de la población para reclamar sus derechos.

Hugo Lucero Luzuriaga

 

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