Dr. Hugo Lucero L.
Por: Dr. Hugo Lucero L.

A propósito de la serie de catastróficos acontecimientos que se han suscitado tanto a nivel nacional, como regional y local creemos que a más de la corrupción y de la cleptomanía es necesario sumar, a regañadientes, la presencia de una actitud nada agradable para cualquier ser humano cual es la prepotencia, misma que en estos últimos tiempos es y ha sido tan frecuente que ha causado preocupación y hasta coraje por parte de la población ecuatoriana

Por desgracia estamos, ahora más que nunca enfrentados a prepotentes investidos de autoridades, cuyas acciones desdicen del cargo que ostentan, con estas apreciaciones, por favor, no estamos refiriéndonos a las personas o nombres que se merecen el respeto, sino, a  las autoridades que conllevan  este comportamiento prepotente que genera mucho daño a la comunidad y que esconde o solapa a un ser que padece de un complejo de inferioridad, escasa humildad, traduciéndose en la necesidad de mostrarse a sí mismo y a los demás  como un ser superior. La prepotencia es una manifestación de seres amargados, frustrados e incluso es la típica manifestación de la ignorancia.

La prepotencia hace sentirse fuerte por un día, pero la humildad para siempre; y, donde hay soberbia allí habrá ignorancia y donde haya humildad habrá más sabiduría.

Necesitamos todos decir: ¡basta a la prepotencia!, sobre todo de autoridades, sabiendo que son pasajeras y que las instituciones quedan, esperando protagonistas seres humanos pletóricos de buenas intenciones, respetuosos y con un buen trato a los mandantes que son la razón de sus cargos.

Hugo Lucero Luzuriaga

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