La emergencia sanitaria por el covid-19 complica la repatriación de migrantes ecuatorianos fallecidos en Estados Unidos. El Ministerio de Relaciones Exteriores y Movilidad Humana tramita el retorno de los restos de ocho personas que murieron en accidentes y cuatro por coronavirus.

Los casos pendientes corresponden a tragedias ocurridas entre diciembre del 2019 y marzo del 2020. Este 14 de marzo, seis azuayos intentaron cruzar nadando el río Grande, en la ciudad de El Paso (Texas), frontera entre México y Estados Unidos.

De ese grupo están confirmadas sus identidades –mediante cédula y huellas dactilares- Luis Lojano Guallpa, de 33 años, y Diego Juela Morocho, de 26 años; oriundos del cantón Gualaceo; y otro ciudadano de apellido Valverde, de Girón.

Los tres –por separados- abandonaron sus hogares a finales de febrero, vía terrestre hasta Lima, Perú. De allí se dirigieron vía aérea hacia México, según testimonios de los familiares.

Las versiones dicen que Lojano y Juela avanzaron juntos desde Perú y en el Distrito Federal visitaron la imagen de la Virgen de Guadalupe para encomendarse en la travesía.

El 13 de marzo –vía telefónica- les contaron a sus familiares de Ecuador que al día siguiente saldrían a Monterrey para cruzar el río Grande. Allí se encontraron con los otros tres azuayos de apellido Valverde, Guzmán y Molina; y dos mexicanos.

Ampliar Rosa Guallpa -quien también vive en Gualaceo- esperan la repatriación de los restos de su hijo. Foto: Cortesía Jaime Zhingre Las pesquisas dicen que los mexicanos cruzaron el río, pero fueron detenidos por la patrulla fronteriza y alertaron de lo ocurrido. Los equipos de búsqueda encontraron los dos primeros cuerpos el 17 de marzo. Eran de Lojano y Juela, quienes llevaban las cédulas en sus bolsillos.

Lojano era de Patul Alto y dejó a tres hijos en la orfandad y Juela de San Miguel y tuvo dos niños. Llevaban un buen tiempo sin trabajar y por eso migraron, dicen sus hermanas. Lojano vivió siete años en EE.UU., pero había retornado hace cinco años, porque su padre enfermó.

El 17 de marzo, el Consulado de Houston (Texas) informó a su similar de Ecuador sobre la tragedia para que tomen contacto con los familiares y confirmen sus identidades. Al principio, una de las familias no creyó lo ocurrido.

Más bien dieron crédito al coyote, quien les aseguraba que el migrante estaba preso y le depositaron USD 1 000 para que tramitara su libertad, dijo Ingrid Ordóñez, coordinadora de la zonal 6 de esta cartera de Estado. Luego, la familia identificó su cuerpo por fotografías remitidas de EE.UU.

Mientras tanto, el coyote les había solicitado USD 5 000 más, que no lo depositaron. Rosa Guallpa y Zoila Morocho, entregaron fotos de sus hijos y otros documentos como las huellas dactilares proporcionadas por el Registro Civil para su identificación y repatriación.

Entre lágrimas, Guallpa dice que su hijo, Julio Lojano, sabía nadar y sabe que se lanzó último al agua para ayudar a sus amigos, pero que la corriente los arrastró. Los cuerpos de Valverde, Guzmán y Molina fueron encontrados en días posteriores.

Valverde fue identificado enseguida, porque era su segundo intento por cruzar esa frontera. La primera vez fue detenido y sus huellas dactilares y datos personales quedaron registrados en la Policía. Mientras que las familias Guzmán y Molina, al haber desaparecido por la misma fecha y conocer sobre la tragedia pidieron ayuda a la Cancillería.

Ellas presentaron documentos personales para la confirmación de las identidades. Sin embargo, Ordóñez dijo que la repatriación se complica, porque ni los vuelos chárter ni los humanitarios están trayendo cadáveres por la emergencia sanitaria. Los cuerpos están en la morgue de El Paso, en el Condado de West-Texas.

Mientras tanto, un sexto cuerpo –en avanzado estado de descomposición- fue encontrado ahogado en el río Grande, pero en territorio de México. Su identidad ya fue confirmada mediante el examen de ADN y no estuvo en el mismo grupo de los cinco anteriores. En la misma espera por la repatriación de sus seres queridos está una familia de Cañar y otra de Tungurahua, quienes fallecieron en un accidente de tránsito, también al intentar cruzar la frontera. La esposa del cañarense quedó mal herida.

Tras cinco cirugías en la cabeza, su estado es delicado y este 11 de mayo se cumplirá la deportación asistida, dijo Ordóñez. Para Zoila Morocho, la pandemia ha hecho más angustiosa y dolorosa la espera del cuerpo de su hijo Diego Juela. “Queremos que las autoridades del Gobierno nos ayuden”, dijo Liliana, la hermana de Luis Lojano.

Ni la pandemia mundial ha frenado la salida de ecuatorianos

Por medio de las autoridades del Consulado de Houston, Ordóñez conoce que a diario la patrulla fronteriza retiene a más de 10 ecuatorianos. “Hay mucha gente en los alrededores de la frontera intentando cruzar”, dijo la funcionaria.

La semana anterior fueron deportados 30 ecuatorianos oriundos de las provincias de Azuay, Cañar y Morona Santiago, que fueron víctimas de trata de personas. Los migrantes estaban encerrados en una vivienda de paso en la ciudad de Monterrey (México).

Al arribar a Quito, ellos fueron puestos en aislamiento preventivo y luego que cumplan con la cuarentena podrán retornar sus hogares. Ordóñez explicó que en el caso de los cuatro fallecidos por covid-19 la repatriación es más complicada, porque por temas sanitarios no está aprobado por el Gobierno de EE.UU.

En el 2019, el Ministerio de Relaciones Exteriores y Movilidad Humana repatrió 18 cuerpos por diferentes causas de muertes y en lo que va de este 2020 van seis. La repatriación de un cuerpo cuesta entre USD 3 000 y USD 7 000 dependiendo de las condiciones del cadáver, la forma de repatriación (cuerpo o cremado) y el Estado de donde proviene.

Fuente: El Comercio

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