El Corpus Christi: Tradición religiosa
El Corpus Christi en Girón es una festividad de contenido religioso y cultural que se cumple durante la semana del 15 de junio de cada año, en la que se venera a la imagen del Señor de Girón, advocación que congrega a centenares de creyentes del cantón, la provincia y la región. Ceremonias religiosas, actos culturales, ferias que reactivan el comercio local y otros eventos populares son parte de esta festividad. Esta celebración se remonta al siglo XVI (1582).
En lo temporal, para ilustración del público lector, consignamos esta referencia: El Corpus Christi es una festividad religiosa de renombre, porque la figura central es la imagen del Señor de Girón, también conocido como Cristo de las Aguas. Durante la primera o segunda semana del mes de junio tiene lugar esta festividad que congrega a miles de feligreses del cantón y la provincia. Un amplio programa religioso y cultural se desarrolla con el auspicio de priostes y devotos del Cristo Crucificado, cuyo ligero ropaje aparecía cubierto de billetes en sucres, producto de las limosnas consignadas por los feligreses, hace unos 60 años. Las ceremonias religiosas solemnizaban en aquellos años los Vicarios: Agustín Crespo Heredia y Humberto Zalamea.
La festividad comienza con las llamadas “Vísperas”, las que tienen lugar durante las noches. Música interpretada por la Banda del Pueblo, que hasta hace pocos años la dirigía don Luis Pauta Encalada; quema de enormes castillos que desprendían luces multicolores, lanzamiento de cohetes, globos con diferentes figuras que llegaban a gran altura, variedad de juegos pirotécnicos y luces de bengala que se esparcían en el azulado cielo de noches de luna, alegraban a niños, jóvenes y adultos. Quien escribe estas líneas era uno de esos niños. El parque central y el Atrio de la Iglesia servían y sirven hasta ahora como escenario de estas añoradas celebraciones, las que con el paso del tiempo han cambiado muchísimo. Al día siguiente de las “vísperas”, el 15 de junio, se celebraban misas solemnes con el auspicio de priostes, personas e instituciones que rendían y rinden pleitesía al Señor de Girón.
El Cristo de Salinas
Consideramos importante intercalar datos sobre la controversia eclesiástica surgida con la imagen del Señor de Girón, la cual era conocida como “el Cristo de Salinas”, en estos términos: Don Juan de Salinas y Loyola, Encomendero Español, dueño de yacimientos mineros en Cañaribamba (Santa Isabel), pidió que se manufacturara un Calvario en España, pero este conjunto de imágenes no llegó a su destino cuando vivía el Encomendero, sino después de su muerte ocurrida en la ciudad de Loja, su residencia habitual en 1582.
Por lo tanto, el padre Julio María Matovelle, historiador, refiere que llegado el Calvario al lugar de su destino, el que se componía de tres imágenes: Cristo, La Dolorosa y San Juan, las parroquias eclesiásticas de Girón, Cañaribamba y San Fernando, anejo del primero, que se creían con derecho a la posesión de dicho Calvario, provocaron un ruidoso pleito eclesiástico, en disputa por la propiedad que asistía a esas parroquias, argumentando uno más que otro primacía al contribuir al laboreo en las referidos yacimientos.
Sentenciada y resuelta por la autoridad competente la controversia, del triple grupo de litigantes, resolvió: Que la imagen de Jesús Crucificado llevara el pueblo de Girón, por ser el principal de los demandantes y quizá por su importante colaboración de hombres en esas minas; que la imagen de La Dolorosa se adjudicaba a la parroquia Cañaribamba; y, San Juan a San Fernando.
Luego de este episodio, el padre Matovelle y los devotos de Girón afirman que la imagen original del Cristo hecho en España, el de Salinas y Loyola, desapareció del templo de Girón por efecto de un voraz incendio, ocurrido en 1862, cuando era Cura Propio el doctor Manuel Alvarado, por lo que aquella imagen fue sustituida por la actual que la trabajó, en el mismo pueblo, el distinguido artista y escultor cuencano, don José Miguel Vélez. En consecuencia esta es la imagen, la del escultor Vélez, la que se venera actualmente en la Iglesia de Girón.
Devoción, ferias y espectáculos
Hace unos cuarenta años, los devotos del Señor de Girón, en la madrugada, a las tres o cuatro de la mañana, acudían al río Chorro que atraviesa el área urbana, para tomar un baño “purificador” en las frías aguas, convencidos de que se purificaban y podían alcanzar el favor y la protección del Cristo Crucificado. En lo religioso, con una multitudinaria procesión culmina la festividad de Corpus Christi, usualmente el octavo día de las celebraciones. Devotos de las parroquias que conformaban el cantón Girón, como Oña, Nabón, Cochapata, Las Nieves, San Fernando y La Asunción, como de otros cantones del Azuay, en vehículos motorizados, bicicletas y a lomo de caballo, venían para participar en las festividades de Corpus Christi.
De Gualaceo llegaban comerciantes con paños tejidos en Bullcay y otras comarcas; sombreros de paja toquilla, coloridos ponchos y vajilla de hierro enlozado, cobijas con figuras de leones tejidas en el Perú y ropa confeccionada en Cuenca, se exhibían en improvisados locales. Más allá el mercado popular con mostradores repletos de achiras bien cocinadas. En las improvisadas “chinganas”, especie de casetas cubiertas con telas blancas, provocativos cuyes asados con ají y papas doradas, camotes, café en grano y panela, constituían lo principal de tan variado espacio comercial. Preferido por los niños era el “algodón de azúcar”, cuyo provocativo color rosado nos atraía cuando niños; helados en cono, canguil y otras delicias degustaban chicos y grandes. El regateo en precios era la fórmula de negociación entre vendedores y compradores. Los deliciosos dulces de almidón de achira, se ofrecían al público, en mesas cubiertas con manteles blancos. Había el almidón de achira, el auténtico y no “el chimbo”, como la harina llamada “maísabrosa”, con la que se adultera la elaboración de esos tradicionales dulces. Ahora en Girón no hay cultivos de achira, ni siquiera las útiles para los tamales. Suspiros, dulces de almidón y roscas azucaradas llenaban las mesas ubicadas en los portales de la calle Antonio Flor.
La lidia de gallos, cuyo escenario eran galleras improvisadas, era el espectáculo preferido por aficionados y apostadores que venían de Cuenca, Gualaceo, Santa Isabel, Pasaje y Machala. El jurisconsulto Alberto Chérrez, cuencano, muy amigo de don Arturo Ambrosi, de Girón, concurría a esta popular lidia. Los hermanos Alvarez Torres, Pepe Calle, Bolívar Abad Romero y sus amigos, Homero Calle Calderón y “otras figuras” concurrían a las galleras. No faltaban algunos de los magistrados de la Corte Superior de Justicia del Azuay, quienes, entre gruesas apuestas, con amanecidas y todo, degustaban varios tragos y reconfortantes “aguados de gallina criolla”. Eran otros tiempos estimados lectores. Ahora han cambiado en mucho las festividades del Corpus Christi. La migración, la pérdida de valores, la tecnología y el debilitamiento de la fe, han cambiado esta festividad que ha sido y es el referente religioso, cultural y popular de Girón.
Los juegos como El Chulo (juego con opción de premios como chicles, cigarrillos y caramelos); un rifle de aire, cuyo blanco era un tablero con cajas de chicles, eran la distracción de muchachos y viejos, a los que ahora se los llama “personas de la tercera edad o adultos mayores”. El participante debía apuntar y acertar en las cajas de chicles. Las ruletas en los portales, al girar la enorme rueda y, al fijarse una pluma en la silueta del premio que casi siempre era una cajetilla de Lucky Strike o Chesterfield, aromáticos cigarrillos importados, constituían una distracción preferida por las personas mayores.
Más allá, como aún no había cantantes, humoristas, orquestas, ni mucho menos conjuntos musicales, don Roberto Loja (+), con su concertina, en un amplio zaguán arrendado, frente al Parque Central, dedicaba pasacalles, sanjuanitos y cachullapis a la clientela que pugnaba por un canelazo para mitigar el frío. Eran los viejos tiempos del Corpus Christi, cuando la pequeña ciudad, sus pocas calles y el único parque, quedaban atestadas de desperdicios. Poco importaban la higiene y el aseo en lo social y público en aquellos lejanos tiempos.
Artículo publicado en el quinto fascículo de la Revista Girón 360º el 25 de Junio del 2017. Autor: Julio Espinoza Campoverde.
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