El viento y condiciones atmosféricas de la madrugada de este domingo 31 de julio propiciaron que la actividad eruptiva del Sangay se escuchara en cantones de Guayas y Azuay
Expertas vulcanólogas coinciden en que la actividad eruptiva ‘ascendente’ del Sangay ha presentado picos desde el 2018. La actual es considerada “pequeña”.
Los estruendos y vibraciones que se sintieron en la madrugada de este 31 de julio en Guayaquil, Samborondón, Salitre, entre otros cantones de Guayas, así como en Nabón y San Fernando de la provincia de Azuay, fueron originados por la actividad eruptiva del volcán Sangay, que está a 173 km de distancia de la urbe porteña.
Las condiciones atmosféricas, la dirección de los vientos hacia el suroccidente, contribuyeron a que el sonido de las 180 explosiones registradas en las últimas 24 horas del volcán llegara hasta Guayaquil y Santa Elena, explicó Patricia Mothes, investigadora en Geodinámica y Vulcanología del Instituto Geofísico (IG).
“En el día no se escucha, pero cuando está despejado, como anoche y en la madrugada, contribuye a que estas ondas acústicas, los sonidos, se trasladen más lejos”, añadió.
Silvia Vallejo, vulcanóloga de turno en el Instituto Geofísico, sostuvo que se puede considerar que la actividad superficial del volcán Sangay tiene tendencia “ascendente”, pero se podría catalogar como “pequeña” en comparación con otros episodios, en que han resultado afectados la movilidad, la agricultura, el espacio aéreo, entre otros.
El volcán Sangay, de 177 km2 y ubicado en la provincia de Morona Santiago, ha registrado una actividad frecuente en 1970, 1980 y, ahora, desde el 2018, su actividad ha sido casi constante, refirió la experta Mothes y explicó: “Todo esto implica que tiene un ascenso de magma, no en grandes cantidades, pero casi continuo. Eso está impulsando que se generen esas explosiones, la caída de ceniza, los gases que casi nadie percibe, pero que salen del volcán y que con la lluvia o con el polvo mismo se deposita en muy poca cantidad en la superficie de la tierra”.
Y aunque la actividad ha sido continua los últimos cuatro años, la experta aseguró que no es probable que el volcán erupcione con una magnitud más grande. De vez en cuando, precisó la especialista en vulcanología, produce columnas eruptivas que suben hasta 10 kilómetros por encima del cráter y cuya ceniza es esparcida por los vientos a zonas agrícolas en las afueras de Riobamba y Guamote, a las bananeras y hasta los ríos.
“Pero dura pocos días y luego se frena por algún tiempo”, dijo y recordó que la última vez que se reportó la caída de ceniza hasta Guayaquil fue en diciembre de 2021. “Pero fue muy poca la cantidad y luego con las lluvias y todo ya se fue”, agregó.
En otras ocasiones, las explosiones del volcán Tungurahua en 2006 y 2010 también fueron escuchadas hasta Guayaquil. Asimismo, recordó Mothes, las erupciones del Cotopaxi en 1877 produjeron sonidos que llegaron a percibirse hasta Pasto, Colombia, es decir, a más de 300 km.
El Instituto Geofísico realiza el monitoreo del volcán con registros sísmicos, imágenes satelitales y observaciones visuales para determinar si la actividad se ha incrementado y si se está saliendo de su patrón de actividad que ha tenido los últimos años.
Actualmente, los reportes del IG indican que en el país hay tres volcanes en estado de erupción. Los otros dos son el Reventador, ubicado entre las provincias de Napo y Sucumbíos, y el Wolf, en la isla Isabela de Galápagos.
No obstante, en el caso del Reventador, la actividad se mantiene –según Silvia Vallejo– “moderada con tendencia ascendente, con pequeñas columnas eruptivas y flujo de lava”, pero las condiciones climáticas (nublado) son consideradas “malas”, mientras que el volcán Wolf estuvo en erupción durante aproximadamente dos meses de este año 2022 y terminó –aseguró la especialista– su episodio eruptivo de este año.
La certeza de cuando termina un episodio eruptivo no se la puede tener con los volcanes del continente, aseguró Vallejo, debido a que aquí la actividad de cada volcán es variable: el Cotopaxi estuvo en erupción por pocos meses; el Reventador cumplirá en noviembre próximo 20 años de actividad eruptiva casi continua; el Tungurahua estuvo 17 años en erupción; y el Sangay mantiene una actividad continua desde el 2018. (I)
Fuente: El Universo