Soledad mediática
Los seres humanos tenemos la inclinación o instinto de reunirnos, sin embargo, como que estamos perdiendo el interés de comunicarnos físicamente, ¿acaso nos está superando la “cultura de la imagen”? Estamos dependiendo cada vez más de las pantallas de los celulares, TV, videos y afines, generando progresivamente mayor desinterés por el mundo físico que nos rodea en favor de un mundo prefabricado, diseñado, sin que haya mayor oportunidad para desarrollar los órganos de los sentidos, el pensamiento, la imaginación e incluso la inteligencia.
No pretendemos ser fatalistas, pero si podemos manifestar que el ser humano cada vez está sintiéndose más solo como consecuencia de pasarse muchas horas detrás de una pantalla sin importarle mayormente lo que le rodea, creándose un síndrome de dependencia mediática preocupante hasta el hecho de que: CADA VEZ MAS SERES HUMANOS NO PUEDEN VIVIR SIN EL CELULAR, LA TELEVISIÓN O AFINES. Programamos en el celular: ponemos la hora de despertarnos, las citas, realizamos ejercicios detrás de la pantalla, aprendemos nuevas formas dice que modernas de alimentarnos, conversamos por el celular y hasta se enamoran, y lo más preocupante es que a través de estas pantallas algunas personas están siendo víctimas de la delincuencia.
Tenemos a disposición toda información como que resumida (masticada), lo que nos está alejando de la buena costumbre de la lectura de los libros físicos y la investigación, y qué decir de esta última cuando nos llenan de datos cual enciclopedias, muchos de ellos falsos sin que tengamos y con razón el derecho a la duda. Asumimos como algo definitivo lo que se vende en las pantallas y en las redes e incluso nos dan la oportunidad hasta de debatir o contrarrestar, sin que haya un margen de control en los innumerables comentarios hasta absurdos.
Esta información se lo ha tratado de identificar como la “democratización del conocimiento”, sin embargo, SU ABUSO está llevando a un embobamiento universal, a un mundo de autómatas conectados a un celular o una computadora, no lejos de la estupidez como dice Fabián Corral, y avanzando paulatinamente a una soledad mediática.
Por: Hugo Lucero Luzuriaga