Ha trascendido al público a través de los medios de comunicación un hecho que, de ser cierto, linda con lo delictual en cuanto afecta la reputación y buena fama de una persona.

Milton Calle Vallejo
Por Dr. Milton Calle Vallejo

Sabido es y muy conocido que anualmente se celebran los festejos del Señor de las Aguas mediante actos que durante seis o siete semanas comprendidas entre octubre y noviembre, se denominan “Fiesta de Toros”. Esta es una antigua tradición que año tras año toman a su cargo algunos devotos de la Taumaturga Imagen. Estos promotores u organizadores de las referidas fiestas religiosas, se denominan “Fiesta Alcalde” e “Incierros (Derecho e Izquierdo)”.

Sin entrar en detalles de los festejos que no son el objeto de esta nota, hemos de manifestar que domingo a domingo se cumplen los llamados “remates” que generalmente consisten en que determinadas personas donan para que se subasten bellos ejemplares taurinos de gran peso y buena alzada.

Los priostes y sus “Incierros” y muchos de los vecinos realizan este tipo de donaciones que junto con las jugosas limosnas que en considerables cantidades también las envían nuestros migrantes, son entregados a la Vicaría del cantón para que los administre destinándolas a obras propias de su misión eclesiástica (se supone). Sin embargo, tales contribuciones tienen el carácter de voluntarias y, claro está, también son acordes con la capacidad económica de los devotos cuya generosidad los hace entrar en competencia buscando el respeto de sus respectivas comunidades.

Ya lo dijimos e insistimos que las contribuciones son eminentemente voluntarias y no están o no deberían estar, sujetas a cuantificación menos, mucho menos aún a que públicamente se sancione a un “Incierro” que se dice que no ha hecho donación ni ha contribuido con limosna alguna.

Nadie se ha detenido a averiguar por qué no lo hizo; pues, quiso acercarse a Dios y eso no es calculable en dólares.

Se dice que el “infractor” de la costumbre de pagar para ser considerado ciudadano creyente, ha sido, condenado a que nunca jamás podrá volver a ser prioste. Esa sanción no termina allí porque es grave, mucho más grave el escarnio social a que se le somete en su comunidad.

Prácticas a la más pura expoliación, no pueden ser patrocinadas ni ejercidas por los representantes de la Iglesia.

Nos resistimos a creer en la veracidad del suceso pero, este hecho exige una urgente explicación que reivindique a los perjudicados.

Por nuestra parte, estaremos vigilantes del curso que tomen las cosas velando siempre por el bien común y la defensa de la población que hace tiempo dejó de ser oveja del rebaño.

Por: Dr. Milton Calle Vallejo

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