¡VOTEMOS TODOS Y BIEN ¡
Lo ideal es que el voto para Presidente del Ecuador sea previamente razonado, pero no siempre es así, generándose la interrogante: ¿Cuántos votos razonados habrá en las próximas elecciones?, una respuesta imposible de contestar, pero si estamos seguros de que no pocos.
Lo mencionado se debe a múltiples factores, como que muchos votos emergen de lo visceral, de la manipulación, y de las influencias de redes sociales y más propagandas que confunden al electorado. “Sugerencias” con ganancia secundaria donde el poder del dinero, la extorción, la narcopolítica e incluso la geopolítica tienen una influencia inimaginable sobre los electores.
Adiciónese a que el voto obligatorio, que induce a que muchos ecuatorianos, renegados de los politiqueros, acudan a las urnas únicamente para obtener el comprobante. Desafortunadamente no se puede implementar el voto “ponderado”, lo ideal, porque ahora: vale uno, tanto el voto del Presidente de la República como uno el voto del más contumaz delincuente.
No nos olvidemos del alto porcentaje del “voto vergonzoso”, de aquellos que se manifiestan públicamente por un candidato para terminar dando el voto por aquel que afectaría a las mayorías. ¡Son mitómanos, sádicos y acaso con ganancia secundaria! Muchos son manipulados por empresas electoreras, porque para infortunio del Ecuador a la política se la mira como un gran negocio.
En este contexto, no pocos compatriotas, por experiencia, llegan a la conclusión de que su voto no serviría, porque otros gobernarán o los mismos que incumplieron con los ofrecimientos, todo ello crea una frustración o una “alergia a la política”. Por lo expuesto, motivamos, a que todos acudamos a las urnas, incluso NOSOTROS los adultos mayores, en función de evitar que nuestro país se convierta en otra Venezuela, Cuba o Nicaragua; países sumidos en una crisis que obliga a que sus hijos emigren por el hambre, miedo y más arbitrariedades de un régimen que tiene un falso presidente, casi que vitalicio, y que hace lo que precisamente no se debe hacer. ¡ESTAMOS A TIEMPO! (O)
Hugo Lucero Luzuriaga