Indignante sentirse que en el trabajo, en la calle y hasta en la casa los ciudadanos nos sintamos amenazados por un individuo que valiéndose del alcohol perturba frecuentemente la tranquilidad en el barrio; y las víctimas, en lugar de tener protección de las autoridades pertinentes, tengamos que huir, escondernos y asegurar puertas para evadir la visita indeseable.

Ocurre que, un vecino cuando sobrio pasa por desapercibido, pero, en estado etílico (son frecuentes por largos periodos principalmente en festividades), es insoportable e ingresa a cualquier espacio público o privado, donde vocifera, grita, se sienta, se arrodilla, llora, y en una última de estas vistas lanzó golpes, que no causaron daño gracias a que el agredido esquivó, todo ello quedó grabado en cámaras de seguridad.

No es la primera vez, los familiares tienen conocimiento, son múltiples ocasiones y varias víctimas entre ellas autoridades. Entre tantas circunstancias se ha llamado a la policial, quienes han llegado y trasladado a la casa al agresor, pero hasta allí llegan porque dicen que al no tener evidencias ni al ser considerada como una infracción de flagrancia, la ley no les permite detenerlo.

Con el último incidente, por sugerencia de los agentes policiales, se pidió a la fiscalía que tome acciones, pero se recibió como respuesta que no hay delito puesto que no se consumó la agresión, y que ello debería tratarse directamente en el juzgado. Se solicitó a los agentes policiales entregar el parte policial para iniciar el proceso en el juzgado, pero la sorpresa fue de que en el juzgado ni siquiera se recibió porque se trataba de una presunta o intento de agresión por lo que no era posible dar trámite.

En la Comisaría Nacional de Policía, dicen que la competencia de jueces de paz que hace algún tiempo les permitía actuar en estos casos menores ya no está vigente por lo tanto nada pueden hacer. La Policía tendrá que seguir acudiendo al llamado de auxilio, dejarle al agresor en casa y la ciudadanía en tensión constante.

La única salida que queda es iniciar un juicio penal, pero ¿cuánto cuesta y qué tiempo tardará?, la otra salida sería entonces dejar que la agresión física se concrete, no esquive, déjese acertar golpes para que queden evidencias de ello, llame a testigos que luego lo certifiquen; la tercera opción nacida de idea ciudadana, ¿será de hacer justicia por las propias manos?; y, una cuarta opción es quedarse callados como ocurre en tantos casos y dejar que esto continúe sin que nadie haga o diga nada.

Esto es tan solo un caso, existen otros de distinta índole cuyos perjudicados han preferido dejarlo en espera de la justicia divina. Las leyes en nuestro país existen y muchas, pero no están precisamente hechas para defender oportunamente al ciudadano común que mucha de las veces lo único que aspira es estar tranquilo. La ley da mayores beneficios al infractor y ellos lo saben.

Y ahora ¿quién podrá defendernos? Es la pregunta que queda flotando en el aire.

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Notigirón, emisión 23 de octubre de 2017

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