Una vez que se realizaron las elecciones como hecho culminante del largo proceso político encarado para la nominación de las nuevas autoridades, lo menos que los ciudadanos podemos esperar es que todos los candidatos (ganadores y perdedores) emprendan el retiro de las pancartas, propaganda y más elementos que les sirvieron para darse a conocer y promocionarse.

Esto exige la ciudad como homenaje a la higiene del pueblo, sus calles, sus edificios, sus plazas y más bienes públicos y privados.
Así mismo -en reacción de madurez política- es de esperar que quienes terciaron en el torneo electoral, acepten los resultados que arrojan los escrutinios y, lo que es más, sumen acciones para el logro de los propósitos que a todos seguramente nos animan.

Felicitaciones a los ganadores; su tesis y programas han sido escogidos por el pueblo, esperemos que para bien.

Se dice que los pueblos tienen las autoridades que se merecen. Hagamos pues de tal aserto sea demostrativo de lo que los ciudadanos queremos de las autoridades electas.

Será acaso mucho pedir que la administración cesante facilite una transición transparente y entregue patrióticamente toda la información y documentos que la entrante requiere para arrancar sin pérdida de tiempo en la empresa de trabajar por y para Girón.

El joven candidato electo, tiene la oportunidad de demostrar su preparación e intenciones que serán fundamentales para guiar los destinos de Girón en los próximos cuatro años.

Celebramos la alternabilidad política y recordamos a los triunfadores que permanentemente les estaremos recordando sus ofertas, no con otro ánimo que el de ser también un vector de progreso y control.

Salvo pequeños inconvenientes, la campaña proselitista se ha desarrollado dentro de un marco de respeto y que se descartó la diatriba y los ataques personales.

Por último, exigimos que quienes terminan su largo y repetido ejercicio, trabajen hasta el último día de su permanencia y que eviten la designación o contratación de personal de última hora que no haría otra cosa que frustrar las aspiraciones de los designados.

Señores… ¡La bandera es Girón!. Alcémosla todos juntos; pues, el éxito de nuestras autoridades significa el progreso del noble e histórico Girón.

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