Estamos los seres humanos unos vacunados y la gran mayoría buscando o aguardando con ansias las vacunas, porque son la única forma de paliar y hasta acabar con la pandemia, no con el virus. A propósito, algunos laboratorios a nivel mundial en poco tiempo han logrado generar vacunas que están justificando el objetivo, el producir defensas orgánicas para contrarrestar la enfermedad. Producto de lo estipulado y de vacunaciones masivas algunos países están paulatinamente retomando a una nueva y controlada normalidad, sin descuidar las medidas sanitarias de bioseguridad. Siendo honestos debemos sentenciar que, las vacunas si bien no siempre impiden que nos contagiemos, si nos protegen de los síntomas o de un temido desenlace fatal.
En este contexto, es lamentable por no decir incomprensible, que un sector de la población mundial, no sabemos con qué afanes, predican falsedades contra las vacunas, induciendo a la población a no recibirlas. Lo descrito se da en las calles, plazas, además de que somos víctimas de falsas informaciones que aparecen en las redes sociales y otros medios, sin argumentos científicos peor con firmas de responsabilidad. Estas desinformaciones adicionan factores negativos a una crisis sanitaria, económica y social mundial.
Siendo frontales y apegados a la verdad manifestamos que: las vacunas no son chips que se implantan en el cuerpo, no generan daños mentales, homosexualidad, esterilización, no producen variantes del virus, peor que puedan causar otras enfermedades y muertes. Estas son algunas de las tantas mentiras que pululan en el medio y que debemos rechazarlas, aceptando la vacunación como la única forma de parar esta epidemia que acecha al mundo.
Contraponiendo a las mentiras debemos vacunarnos, además de solicitar y hasta exigir al Gobierno que, de las facilidades para inmunizarnos, como que trate de cumplir con el ofrecimiento de vacunar a 9 millones de ecuatorianos en los 100 primeros días del mandato. ¡Que se cumpla por el bien común, desterrando así a los farsantes de la humanidad!
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