PORTOVIEJO, Ecuador – Este lunes el número de fallecidos por el terremoto que sacudió a Ecuador el fin de semana se elevó a 350, mientras los ciudadanos continuaron con las excavaciones entre los escombros y equipos de rescate de todo el mundo llegaron para organizar estrategias de ayuda.

El sismo de magnitud 7,8 es el más fuerte que ha sufrido ese país en décadas y dejó un área de ruinas que abarca cientos de kilómetros en las provincias que bordean la costa del Pacífico donde colapsaron edificios, las carreteras se fracturaron y miles de ecuatorianos se quedaron sin hogar. Más de 2000 personas resultaron heridas por el sismo.

Portoviejo, una ciudad de casi 300.000 habitantes, fue una de las zonas más afectadas; los funcionarios estatales informaron que hay, por lo menos, 100 muertos y unos 370 edificios destruidos.

Viviana Baquezea, de 34 años, trabaja en una floristería y conducía de vuelta a su casa en Portoviejo (capital de la provincia de Manabí), acompañada por sus padres y un empleado, cuando se produjo el terremoto. Se encontraron con una escena de destrucción.

“Parece una zona de guerra”, contó Baquezea por teléfono. “Es increíble lo que nos pasó, nuestra ciudad ha sido destruida y sentimos mucha angustia y dolor”.

“No tenemos comida ni agua, no hay supermercados, y sobrevivimos con lo que teníamos en nuestros hogares”, agregó.

José Vaca, un productor de OromarTV, dijo que los segundos del temblor le parecieron eternos. “Nos preparábamos para transmitir un partido de fútbol local cuando todo empezó a temblar y la gente huyó en pánico”, dijo. “Tuve que evitar ser aplastado por la gente. Tengo algunos rasguños. Pero lo que veo a mi alrededor es realmente terrible, y muy triste”.

Ecuador tiene un largo historial de terremotos destructivos pero el del sábado, que según algunas versiones duró más de un minuto, se cree que ha sido uno de los más poderosos desde los años setenta. Algunos geólogos dijeron que su fuerza fue 20 veces mayor que la del mortífero sismo que sacudió al sur de Japón el sábado.

El evento sísmico tuvo una profundidad de casi 20 kilómetros y le siguieron varias réplicas, algunas con magnitudes de 5,6. El centro del terremoto se localizó a más de 25 kilómetros al sureste de Muisne, Ecuador, informó el United States Geological Survey.

Cerca de 4600 efectivos de la Policía Nacional y 10.400 miembros de las fuerzas armadas fueron movilizados para responder a la emergencia. Cientos de médicos y rescatistas fueron asignados a las zonas más afectadas.

El decreto presidencial de emergencia amplía la autoridad gubernamental, por lo que se pudo declarar en estado de emergencia a seis de las 24 provincias del país. Los muertes se registraron en las provincias del norte como Esmeraldas, Manabí y Guayas.

Los residentes duermen en carpas ubicadas afuera del centro de emergencia en Portoviejo, Ecuador.CreditRodrigo Abd/Associated Press
Los residentes duermen en carpas ubicadas afuera del centro de emergencia en Portoviejo, Ecuador.CreditRodrigo Abd/Associated Press

En Quito, donde el temblor se sintió durante unos 40 segundos y los residentes salieron a las calles por el miedo, el terremoto afectó los servicios de electricidad y telefonía móvil en varios sectores.

El alcalde de Quito, Mauricio Rodas, reportó que hubo desprendimientos de rocas en las carreteras que conducen a la capital y también informó que las paredes de muchas casas se cayeron. Sin embargo, precisó que no se reportaron víctimas mortales o heridos en la ciudad.

Cristiano Rivera, un funcionario municipal de Quito, dijo que un grupo de 40 niños con discapacidades se encontraban cerca de Pedernales y fueron rescatados.

En Guayaquil, una vía elevada se derrumbó sobre un vehículo y el techo de un centro comercial también sufrió daños. El aeropuerto de Manta fue cerrado porque la torre de control sufrió daños severos. La Fundación Esperanza Canina, una organización en Manta que atiende a los animales callejeros, puso una nota en Facebook para informar que su vivienda fue destruida y varios perros fueron aplastados por los escombros.

Carlos Hernández, un representante de Save the Children International en Quito, dijo que su organización envió desde Panamá a un equipo de especialistas de respuesta a los desastres para que actúen en la zona de Manabí y armen paquetes de suministros que serán distribuidos en las localidades afectadas.

El domingo su organización y otros grupos se reunieron con funcionarios estatales para planificar las acciones a seguir. “Tratamos de ver qué es lo que más necesitan y dónde”, comentó.

FUENTE: The New York Times 

 

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