Cuevas de los Tayos: 50 años de controversias y misterios
Hace exactamente 50 años, en momentos en que la mirada de la humanidad apuntaba hacia el espacio debido a la llegada del hombre a la Luna, una pequeña notaría de Guayaquil gestionaba un asunto que apuntaba en dirección contraria, es decir, hacia el interior de la Tierra.
Mientras Neil Armstrong caminaba en la superficie de nuestro satélite natural, un taciturno extranjero legalizaba en Guayaquil el que quizá sea el documento más extraño y sorprendente de los que se han presentado en las notarías del Ecuador. Por increíble que parezca, ambas historias se cruzaron años después en las profundidades de la Amazonía ecuatoriana.
Aquel 21 de julio de 1969, fue presentada en la notaría cuarta de Guayaquil una escritura donde se asentaba la denuncia de un supuesto descubrimiento en las selvas orientales del Ecuador (luego se precisaría que fue al interior de las Cuevas de los Tayos): “[una] biblioteca de metal que contiene la relación cronológica de la historia de la humanidad; el origen del hombre en la Tierra, y los conocimientos científicos de una civilización extinguida” [1].
El contenido de esta acta notarial marcó el inicio de controversias que después de medio siglo aún perduran. También significó el punto de partida de toda una saga de exploraciones a las cuevas.
Pero, ¿quién fue el hombre que hace 50 años llamó la atención mundial sobre el mundo subterráneo bajo la Amazonía ecuatoriana?
Un húngaro en las entrañas de la tierra
La entrada principal de las Cuevas de los Tayos se sitúa al oriente de la cordillera de los Andes, en la cadena montañosa del Cóndor (provincia ecuatoriana de Morona Santiago), a casi un kilómetro del río Coangos. Es el hábitat de un ave nocturna llamada tayo, la cual da su nombre al sistema de cavernas.
Hace 50 años las Cuevas de los Tayos eran prácticamente desconocidas para la mayoría de ecuatorianos, aunque un informe de 1976 del Ministerio de Defensa ecuatoriano afirmaba que por lo menos desde 1915 “se conocían sus peculiaridades visibles” [2].
Estas peculiaridades llegaron a oídos de Juan Moricz (Körmend, 1923 – Guayaquil, 1991), un apasionado por la antropología y lenguas antiguas. Perseguido político durante la segunda guerra mundial y prisionero de los comunistas en su natal Hungría, viajó luego a Argentina, donde se nacionalizó. Involucrado en el área de las concesiones mineras, Moricz llegó a Ecuador en 1964, recorriendo la región amazónica.
En el oriente Moricz entró en contacto con los jíbaros (ahora llamados shuar), ganándose su confianza. En fechas y circunstancias que Moricz nunca quizo precisar [3], los nativos le permitieron ingresar al sistema de cavernas. Allí supuestamente halló una milenaria biblioteca con láminas metálicas y otros objetos de gran valor: “He realizado el descubrimiento de manera enteramente fortuita” declaró luego en su denuncia notarial.
La expedición ‘Moricz’ de 1969
Según como lo registró Jaime Díaz Marmolejo, periodista de Diario EL UNIVERSO, Moricz denunció el descubrimiento al presidente José María Velasco Ibarra el día 24 de junio de 1969 y el 21 de julio siguiente lo protocolizó ante el doctor Gustavo Falconí Ledesma, en la notaría cuarta de Guayaquil [4].
Aunque las cuevas ya eran conocidas por los shuar, el primero en legalizar un descubrimiento ligado a ellas fue Juan Moricz. Quien fuera su abogado y amigo, el doctor Gerardo Peña Matheus, asegura que el documento notarial de 1969 convierte a Moricz en el descubridor oficial de las cuevas.
El 26 de julio de 1969, con el patrocinio que el gobierno le otorgó a través de Ceturis (Corporación Ecuatoriana de Turismo), Moricz partió nuevamente a los Tayos, esta vez junto con un grupo de guayaquileños: “Gastón Fernández, que a la sazón era gerente general de Ceturis; doctor Gerardo Peña Matheus, asesor jurídico; Lilian Icaza, coordinadora; Hernán Fernández, fotógrafo, Mario Pólit y Pedro Luna, ayudantes, y José Rojas, periodista” [4].
Según el libro Historia documentada del descubrimiento de las Cuevas de los Tayos, de Gerardo Peña Matheus (Quito, 2011), la expedición fue dividida en dos etapas: la primera para hacer un reconocimiento de las cuevas, y la segunda para confirmar el supuesto hallazgo de la “biblioteca metálica”. Acompañado de elementos policiales, el grupo cumplió la primera etapa y regresó a Guayaquil. La segunda etapa no llegó a efectuarse.
Esta primera expedición oficial atrajo la atención internacional sobre las cuevas. Las fotografías tomadas por el equipo de Moricz mostraban un mundo subterráneo sorprendente: túneles y espaciosas galerías rocosas, coronadas por lo que parecían ser dinteles de líneas rectas. Gerardo Peña Matheus señala que Juan Moricz consideraba estas estructuras como el resultado de antiguas intervenciones humanas.
El doctor Gerardo Peña Matheus (único miembro vivo de la primera misión oficial a las Cuevas de los Tayos) con el acta notarial referente a las cuevas (foto EL UNIVERSO)
El escritor suizo Erich von Däniken, famoso en aquellos años por sus polémicas teorías de influencia extraterrestre en la cultura humana primitiva, visitó Ecuador atraído por la historia de la expedición, y en marzo de 1972 se reunió con Moricz en el hoy desaparecido hotel Atahualpa de Guayaquil. Von Däniken tuvo en sus manos el documento notarial de Moricz y sacó copias del material fotográfico de las cuevas [5]. A los pocos meses de la reunión, Däniken publicó la información en su controvertido libro El oro de los dioses.
La historia de las cuevas, su pretendido tesoro y las fotografías en El oro de los dioses causaron tal revuelo en Europa, que cuatro años después el Gobierno británico financió la más grande misión a los Tayos realizada hasta ahora. La Junta Militar que en aquella época gobernaba el Ecuador prestó su total colaboración a la nueva expedición.
La expedición británico-ecuatoriana de 1976
Sobre los objetivos de esta expedición, Diario EL UNIVERSO sintetizó la información dada por el jefe militar de la parte británica, el mayor del Real Regimiento Escocés Christopher Brownie: “…comprobar o desmentir la serie de versiones que la prensa internacional ha hecho eco sobre que existe en el interior de las cavernas subterráneas”. Destacó, por otra parte, “el interés puramente científico que la misión tiene” [6].
El grupo de 16 personas que Moricz reunió en 1969 quedaba pequeño en comparación al centenar de científicos y militares de la nueva expedición (62 ingleses y 40 ecuatorianos). Entre los expedicionarios se contaban cinco científicas inglesas y una ecuatoriana, la bióloga Laura Arcos [7].
Miembros de la expedición de 1976 (Diario EL UNIVERSO, martes 13 de julio de 1976)
El líder de la expedición fue el ingeniero escocés Stanley Hall. En una entrevista con el periodista Alberto Borges, Juan Moricz dijo que Hall lo invitó a unirse a la expedición, ofreciéndole una especie de jefatura asociada y los recursos para llegar al lugar exacto de su descubrimiento. Moricz también contó que no se llegó a ningún acuerdo debido a que los ingleses rechazaron sus condiciones, entre ellas la de ser nombrado jefe único de la expedición o la de preservar in situ su hallazgo [8].
Quien sí aceptó una invitación de Stanley Hall fue el astronauta Neil Armstrong. El primer hombre en pisar el suelo lunar descendió a las cuevas en agosto de 1976.
Diario EL UNIVERSO, 2 de agosto de 1976
En Quito, luego de regresar de la selva, el periodista Carlos Vera le preguntó: “¿Qué fue más emocionante: explorar la Luna o la Cueva de los Tayos?”, a lo que Neil Armstrong respondió: “Es difícil comparar, pero en ambos casos uno siente que va a zonas desconocidas y se aprenden nuevas cosas; en esto último son experiencias similares” [9].
Según informaciones de Diario EL UNIVERSO, los ingleses aportaron un millón de libras esterlinas (65 millones de sucres de la época). El Ejército ecuatoriano se hizo cargo del despeje de una zona de aterrizaje cercana a las cuevas y de la logística para el traslado de 45 toneladas de equipos, víveres y personal a la selva virgen.
Diez vehículos de transporte, además de tres aviones, una avioneta y dos helicópteros de las Fuerzas Armadas ecuatorianas fueron utilizados para un total de 42 viajes. En comparación, la expedición de Moricz en 1969 contó con 43 mulas y un arriero.
Controversias
A pesar del esfuerzo de la expedición británico-ecuatoriana, la supuesta “biblioteca metálica” siguió sin aparecer. Fantasía o realidad, Moricz se había anticipado a ello: “Creo que los científicos de la expedición, tanto ingleses como ecuatorianos, llegarán a interesantes conclusiones, y con un poco de suerte, lograrán dar con algunas piezas estimables. Pero lo principal, la biblioteca metálica, dudo mucho que la encuentren” [10].
En las pocas entrevistas que concedió, Moricz lanzó ideas y conceptos polémicos. En un artículo titulado “Moricz insiste en que bajo los Andes hay un mundo subterráneo” el investigador afirmó: “Se puede caminar por toda Sudamérica debajo de la tierra”. En la misma entrevista aseguró que existen túneles que conectan con el Cuzco, Machu Picchu, y que incluso uno salía al mar [11].
Una de las fotos de la expedición de Moricz en 1969 (archivo de Diario EL UNIVERSO)
En aquellos días el Ministerio de Defensa ecuatoriano publicó el primer informe oficial de la expedición británico-ecuatoriana. En él se limitaba la extensión de los túneles a 5 kilómetros, contradiciendo la afirmación de Moricz de un extenso sistema de túneles. En cuanto a su origen, el informe sentenciaba: “Las cuevas de los Tayos no constituyen un monumento arqueológico, como se ha venido afirmando en estos días, sino uno geológico” [12].
El Ministerio de Defensa también incluyó el siguiente párrafo: “Su descubrimiento no puede atribuirse por tanto ni al señor Moricz ni a determinada ciudad”, esto último debido a que en Guayaquil se había editado una escarapela con los colores celeste y blanco cuyo epígrafe decía: “Es gloria de Guayaquil el descubrimiento de las Cuevas de los Tayos”, en alusión a la expedición de Moricz en 1969, conformada casi en su totalidad por guayaquileños [13].
Escarapela conmemorativa del aniversario de la expedición de 1969 (reproducción en Diario EL UNIVERSO, martes 27 de julio de 1976)
Los desmentidos a sus afirmaciones eran recibidos por Moricz con aparente indiferencia. “Yo estoy dedicado a la investigación —le dijo al periodista Jaime Díaz Marmolejo—, a ella consagro mi vida y mi único compromiso es con la verdad. Jamás he contestado a mis detractores y no lo haré ahora porque quien me ataca no tiene autoridad para hacerlo y mal podría descender a la polémica si la otra parte no exhibe bases que sustenten sus puntos de vista” [14].
Misterios
Otro capítulo de la trama de las Cuevas de los Tayos lo constituye la llamada “Colección Crespi”, reunida por el religioso salesiano de origen italiano Carlo Crespi (1891-1982). Durante años, en su parroquia de Cuenca, el padre Crespi mostró algunas piezas arqueológicas que él aseguró le fueron entregadas por miembros de la tribu shuar.
Según el investigador guayaquileño Manuel Palacios, la supuesta relación de dichas piezas con las Cuevas de los Tayos se origina en datos erróneos publicados por Erich von Däniken en su libro El oro de los dioses. Palacios sostiene que aún no hay pruebas concluyentes sobre la procedencia de las piezas más interesantes. En su libro Amérika prohibida: la colección Crespi, Palacios incluye un inventario parcial basado en fotografías [15], ya que muchos de los objetos de Crespi ahora están dispersos o en paradero desconocido.
Palacios señala que el misterio alrededor de las cuevas radica no solo en el origen de las piezas del padre Crespi o en el supuesto hallazgo de Moricz, sino también en lo actuado por la expedición de 1976. Palacios está convencido de que en aquel momento se ocultaron informes, evidencias fotográficas y fílmicas y que, sobre todo, se negó la real magnitud del sistema subterráneo.
Con todo, la vigencia de estas controversias mantiene vivo el interés por las Cuevas de los Tayos. El GAD provincial de Morona Santiago ha aprovechado el filón fantástico de la historia para promocionarlas como un “lugar mágico y lleno de energía, referente mundial del turismo de aventura y espeleología” [16].
En 2016 se realizó la última expedición gubernamental, aunque en esta ocasión el objetivo fue el de filmar un documental para fomentar el turismo a las cuevas. En la expedición de tres días participó el entonces ministro de Turismo Fernando Alvarado.
Expedición del Ministerio de Turismo a finales de 2016 (foto: Lucas Bustamante/Roberto Ochoa)
La ausencia de evidencias sobre el supuesto hallazgo de 1969 no ha evitado que las Cuevas de los Tayos continúen ligadas a la figura de Moricz, hombre callado y hermético para quienes lo conocieron. En su momento, el periodista Alberto Borges trató de descifrarlo: “…Hay algo sumamente extraño en el comportamiento de Juan Moricz. Ajeno aparentemente al interés económico, exento de esa enfermedad que se llama “la gloria”, modesto y silencioso, parece situado en otra dimensión, más allá de los límites humanos de cualquier tipo de egoísmo” [17].
Notas:
- [1] Escritura en poder del doctor Gerardo Peña Matheus.
- [2] Diario EL UNIVERSO, edición del viernes 30 de julio de 1976, página 5.
- [3] Revista Vistazo, edición de agosto de 1976, página 115.
- [4] Diario EL UNIVERSO, edición del lunes 26 de julio de 1976, página 6.
- [5] Libro La historia miente, de Erich von Däniken, editorial Edaf, 2013. Página 100.
- [6] Diario EL UNIVERSO, edición del jueves 1 de julio de 1976
- [7] Diario EL UNIVERSO, edición del martes 13 de julio de 1976, página 3
- [8] Revista Vistazo, edición de agosto de 1976, página 116.
- [9] Revista Vistazo, edición de septiembre de 1976, página 87.
- [10] Revista Vistazo, edición de agosto de 1976, página 118.
- [11] Diario EL UNIVERSO, edición del viernes 30 de julio de 1976, página 5.
- [12] Ídem
- [13] Diario EL UNIVERSO, edición del martes 27 de julio de 1976, portada.
- [14] Diario EL UNIVERSO, edición del viernes 30 de julio de 1976, página 5.
- [15] Libro Amérika prohibida: colección Crespi, por Manuel Palacios (2016), página 17.
- [16] http://www.moronasantiagoessangay.com/donde-ir/limon-indanza/cueva-de-los-tayos /
- [17] Revista Vistazo, edición de agosto de 1976, página 118.
Bibliografía– Libro Historia documentada del descubrimiento de las Cuevas de los Tayos, de Gerardo Peña Matheus (Quito, 2011).– Folleto Las Cuevas de los Tayos (cartilla de divulgación científica número 15), por Francisco Sampedro V. Casa de la Cultura Ecuatoriana, 1977.– Libro La historia miente, de Erich von Däniken, editorial Edaf, 2013 (I)
Fuente: El Universo