Día de la Madre
Fecha importante y trascendental para los seres humanos, pues, recordamos y rendimos pleitesía a las madres del mundo. Madre, mujer que a pesar de no tener títulos, ni llevar vestuarios de condesa, ni poseer diplomas, ni medallas colgadas en el pecho, es una figura que representa amor, abnegación, sacrifico y sobre todo entrega total a sus hijos. Día de alegrías pero también de tristezas ante ausencias, y en el pensar de la existencia de muchas madres que sufren ante tanta injusticia, discriminación, maltrato, abandono, pobreza, vulneración de sus derechos y lo que no queremos visibilizar: el machismo que perdura en todas las sociedades de este mundo materialista, amnésico e ingrato.
Cuando menos hoy (deben ser todos días), veneremos a nuestras madres, y obvio, miremos y pensemos también en los sufrimientos de muchísimas, como aquellas que son desplazadas de sus viviendas y tierras que los vieron nacer, y que migran golpeadas en su dignidad, como de aquellas de los pueblos de San Lorenzo y Mataje; pensar en madres que perdieron a sus hijos en la frontera en el cumplimiento del deber y aún más en aquellos sin retorno de sus cuerpos; pensar en aquellas madres que sufren porque sus hijas han sido agredidas sexualmente, sin que el gobierno materialice sus ofertas ni entienda el latigazo del olvido y del engaño; pensar en madres que sufren ante tanta violencia sexual contra sus niños y niñas por seres indeseables de la sociedad como aquellos solapados en sotanas que deambulan cual ruines en busca de la presa; pensar en madres que tienen a sus hijos en la cárceles, siendo inocentes ante una justicia no justificada; pensar en madres que sufren porque sus hijos están siendo investigados por corrupción o están pagando las penas en las celdas para corruptos por no escuchar los consejos de ellas; pensar en madres que sufren porque sus hijos no pueden iniciar o continuar sus estudios por falta de recursos económicos o porque el sistema discriminador y autoritario no los permite; pensar en madres que sufren porque sus hijos no encuentran trabajo a pesar de haberse preparado; pensar en madres que sufren ante el abandono de sus hijos al convertirse en obligados migrantes; pensar en madres que sufren y lloran al conocer la muerte de sus seres queridos en el viaje sin retorno; pensar en madres que sufren porque sus hijos han caído en las garras de las drogas y el alcoholismo fruto de la desocupación gestada por los grandes de arriba que son insensibles al dolor ajeno; pensar en aquellas madres cual heroínas que hacen de padre y de madre por la obligada migración; pensar en aquellas madres solteras o abandonadas que tienen la motivación y el espíritu guerrero de salir abantes ante la cobardía de seres que no sirven para padres; y de manera especial, pensar en todas aquellas madres no visibilizadas por una sociedad que todavía ve en lo macho, el poder y hasta el abuso y la arrogancia.
Es la hora de la reflexión, es la hora del reconocimiento, pero sobre todo es la hora de recomenzar a flotar los sentimientos y valores ante un ser especial que es la madre. Muchos han hablado de ella, pero pocos han hecho realidad el gesto sincero, franco, emocionante y práctico, cual es el abrazo, el beso y el gracias a ti y a Dios por permitirnos todavía tener madre, o acaso, nos estamos lamentando lo que no se hizo y ella ya se fue, la madre.
Por: Hugo Lucero Luzuriaga
hlucerol@hotmail.com
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