Un viejo aeródromo de Nueva York, ubicado “en medio de ninguna parte” es el campamento que alberga a migrantes ecuatorianos solicitantes de asilo.
Ráfagas de viento polar barren las pistas de un viejo aeródromo de Nueva York en desuso. Es el “medio de ninguna parte” que alberga a unos 1.800 migrantes, entre ellos ecuatorianos, convertidos en símbolo de la crisis migratoria que vive la ciudad desde hace casi dos años.
Aisladas en una bahía en el extremo sur de Brooklyn, estas familias “empiezan su vida desde cero”, cuentan a la AFP varios solicitantes de asilo de América Latina, África, China o Rusia, enviados a la base de Floyd Bennett Field por falta de alojamientos en la ciudad.
Hasta 500 familias pueden dormir en camas de campaña pegadas unas a otras, instaladas en grandes carpas. En otras, están los espacios colectivos para las comidas y las gestiones administrativas.
Ecuatorianos
“Es un poquito complicado”, dice David Fernández, un ecuatoriano de 32 años, que lamenta el frío, el ruido y la distancia, a más de una hora, de la ciudad, cuyos rascacielos se ven a lo lejos. En las inmediaciones no hay comercios ni servicios.
“Pero toca tratar de adaptarse, porque digamos (que) nos están ayudando. Tenemos un techo ahí donde descansar. Unas cobijas”, dice David, feliz de que sus hijos de 11 y 7 años hayan encontrado un colegio en Brooklyn.
En noviembre, David, su esposa y sus hijos se fueron de Ecuador, atrapado en la violencia del narcotráfico. Tras un viaje de una decena de días por América Central, y dos días y medio de bus desde el estado de Texas, la familia desembarcó en Nueva York.
Después intentó instalarse en Ohio, antes de regresar a la Gran Manzana. “Por el momento me toca estar aquí en el campamento hasta poder conseguir trabajo y una casa”, dice.
Más allá de las incomodidades, para el ecuatoriano Luis Moreno, “lo importante… es que es un país seguro, un país de oportunidades donde no hay delincuencia”.
Crisis humanitaria en Nueva York
Lejos de la frontera con México, que cruzan miles de migrantes a diario, las grandes carpas blancas de Floyd Bennett Field, cuyo recinto es inaccesible a la prensa, encarnan lo que el alcalde de Nueva York, Eric Adams, califica de “crisis humanitaria”.
Puerta de entrada para millones de inmigrantes a Estados Unidos en el siglo XX, Nueva York está obligado por ley a proporcionar un techo a aquel que lo solicite.
Desde la primavera de 2022 ha dado alojamiento de emergencia a más de 180.000 personas que se han ido de Venezuela, Ecuador, Colombia, pero también de Guinea, Senegal, Mauritania, Rusia y Haití.
Actualmente, cerca de 65.000 personas siguen alojadas en más de 210 centros de acogida como hoteles y gimnasios, y en “centros humanitarios” como la vieja base aérea.
Un campamento “en medio de ninguna parte”
“Muchos de los llegados no tienen ni un amigo o un vecino para ayudarlos”, constata Victoria Marin, vecina de Brooklyn, que organiza colectas para llevarles cobijas y ropa de abrigo a las familias que duermen en carpas.
“Cada vez que venimos, hay 40 o 50 personas que se acercan al auto pidiendo mantas, abrigos, calzado, alimentos, coches para bebés, maletas”, cuenta.
La elección del lugar ha sido muy criticada. “Floyd Bennett Field no es en absoluto un lugar apropiado para alojar a familias sin techo con niños”, lamenta el director de la asociación Coalición para los Sin Techo, Dave Giffen.
“Las familias están realmente en medio de ninguna parte (…) no hay intimidad (…) las duchas y los baños están en carpas separadas”, añade.
La alcaldía proporciona comida, asistencia médica, escolarización para los niños y asesoramiento de trabajadores sociales para las gestiones administrativas y clases de inglés. Un servicio funciona para facilitar los desplazamientos.
Fuente: Primicias
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