El votante llega sin argumentos ante la papeleta del Cpccs
El próximo 5 de febrero, en el proceso electoral de autoridades locales, también se elegirá a los siete miembros del Consejo de Participación Ciudadana y Control Social Cpccs). La tarea de elegir a los nuevos integrantes de este ente se pone cuesta arriba: el interés se ha opacado por la elección de los alcaldes y por la consulta popular del Ejecutivo.
La importancia del Cpccs es tal que todos los gobiernos y fuerzas políticas, a partir del minuto cero de la creación este organismo que nombra a las autoridades del control del país, han querido influir de varias maneras: desde ser una oficina adscrita a la Presidencia, hasta quitarle esa característica para que la ciudadanía nombre a sus integrantes.
Es tan anecdótica la situación de la actual elección de los miembros del Cpccs que, mientras se vota por los nuevos integrantes, paralelamente hay una consulta popular que podría quitarle sus atribuciones para elegir a las autoridades de control. Con todo eso, como telón de fondo, la votación de febrero se ve saturada de un quemeimportismo ciudadano que es entendible, a la larga.
A eso se suma la álgida historia de ese organismo. Creado como un ente impoluto de los políticos de siempre, llegó a nombrar a los funcionarios de control que a la final se alinearon a las políticas de Carondelet, entre 2010 y 2017. Una vez que los consejeros se eligieron por voto popular, para lo que se les exigía apoliticismo (como si eso fuera posible), iniciaron actos que rozaban en lo proselitista.
Luego, en apenas tres años de labores ha habido cuatro presidentes, uno de ellos está en la cárcel por asociación ilícita, por venta de cargos públicos. Otro fue acusado de tener un carné de discapacidad que no correspondía a sus supuestas limitaciones. Asimismo, el actual presidente fue destituido y nuevamente ‘restituido’ por una decisión judicial.
Ante todo eso, es difícil que el ciudadano de a pie llegue con la convicción de que su voto sirva de algo, al menos en el caso de la elección de los consejeros de participación. Así, el votante llega sin argumentos ante la papeleta del Cpccs para saber si su sufragio valdrá la pena.
Fuente: El Comercio