La interrogante llama la atención, obvio, porque supone una duda sobre algo histórico que celebramos todos los años, empero, debemos ser frontales al manifestar que estando cumpliendo alborozados los 201 años de independencia, pero, también estamos viviendo otros tantos años de dependencia de Cuenca a un centralismo absorbente desde el gobierno que nos mantiene con halagos verbales y promesas incumplidas, lo que induce a la titulación del artículo.
Somos dependientes del goteo de rentas para Cuenca, tercera ciudad que más aporta en impuestos al gobierno, nos inducen a ser gratos por disponer, como un favor, de cuencanos en las altas esferas del gobierno, pero nos coartan acciones benéficas y obras para Cuenca en función de los más caros intereses de la “Quito capital Guayaquil”, aplauden y se enorgullecen de las riquezas naturales de la ciudad y sus alrededores como son los minerales y particularmente el oro, empero, arguyen ardides para desconocer las consultas de Cuenca y de Girón del “no” a la explotación minera en función de la vida, nos elogian por ser la región desde donde se genera la mayor cantidad de energía eléctrica pero se desentienden del aislamiento vial y aéreo de la ciudad y provincia, aunque, según ellos, nos hacen el “favor” de dotar de una cárcel para embodegar a peligrosos delincuentes de todo el país; e incluso, en nuestras fiestas nos recitan hasta el hartazgo de alabanzas: “Cuenca ciudad bella de artistas y poetas, de hábiles artesanos y de morlacos orgullos de su tierra”, terminando con ofrecimientos liricos y grandilocuentes que a la final culminan como siempre en desmemorias y dependencia crónica al centralismo y a los “dueños de la patria” que están allí por los votos de la mayoría de ciudadanos defraudados.
¡Viva Cuenca en su independencia!, aplausos a sus hijos, empero, conminamos a que rechacemos y liberemos del centralismo y hasta del sectarismo, males liderados por no pocos que llegaron al poder y se olvidaron del pueblo que los eligió. (O)
Fuente: El Mercurio
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