‘Ser docente es entregar amor, enseñar valores y cuidar a los niños’: Carolina Espinoza, la maestra que en la pandemia iba a casa de sus alumnos a darles clase
Hoy, Día del Maestro, la profesora habla del que cumplen con vocación y esmero. Ella tiene 15 años en el magisterio fiscal. Trabaja y vive en el cantón Playas
El nombre de la profesora Carolina Espinoza Orejuela alcanzó notoriedad en Ecuador cuando a mediados del 2020, en plena pandemia del COVID-19, se hizo pública su iniciativa de ir a la casa de los estudiantes que no podían conectarse a las clases virtuales por falta de internet o de equipos tecnológicos, en el cantón General Villamil Playas. Lo hacía en bicicleta, pizarra al hombro, y una consigna: que nadie se quede sin estudiar.
Hoy, jueves 13 de abril, fecha en que se conmemora el Día del Maestro, la mujer de 42 años recuerda que en ese entonces muchos le recomendaban que no se exponga, ya que la situación sanitaria era crítica y el riesgo de contagiarse de coronavirus era inminente. Por eso, añade, llevaba rigurosamente la bioseguridad en la interacción con sus alumnos, usaba mascarilla todo el tiempo y mantenía distanciamiento.
“Había miedo y pánico, pero lo que yo quería era que la educación no parara, que la educación continuara, que siguiera, que no nos quedemos ahí. Y siempre que veo a una persona y me dice que no ha terminado el bachillerato, le digo que estudie, porque considero que el estudio es lo máximo, es la mejor arma que puede haber”, dice Espinoza sobre la iniciativa que le trajo varios reconocimientos sin que ella los esperara.
Recibió del Gobierno de la época la distinción como ‘Héroe del Guayas’, algo que ha servido para que dos de sus tres hijos: Juan Fernando, de 20 años, y Gabriela, de 14, reciban becas parciales en la Universidad Politécnica Salesiana (Guayaquil) y en la Unidad Educativa Santiago de Guayaquil (Playas).
La Universidad Casa Grande otorgó a la profesora Carolina Espinoza una beca al 100 % para una Maestría en Tecnología e Innovación Educativa. Ella se graduó en diciembre pasado, en una emotiva ceremonia, y ahora desea aprovechar al máximo el título de cuarto nivel.
Pero la popularidad que alcanzó esta profesora, con 15 años en el magisterio fiscal, también trajo algo de beneficio para algunos de sus alumnos de quinto y séptimo de básica de la escuela Juan Bautista Yagual Mite. Una empresa privada instaló 18 puntos de internet gratuito en diferentes barrios de Playas, servicio que se mantiene hasta la actualidad.
Desde hace dos años la maestra trabaja en la Unidad Educativa Básica Polibio Jaramillo, en el barrio San Pedro, donde sigue trabajando con la misma vocación y amor hacia sus estudiantes a quienes, dice, siente como sus hijos y por eso a más de transmitirle conocimientos les inculca valores.
¿Cómo surge el deseo de ser docente?
Oriunda de La Concordia, provincia de Santo Domingo de los Tsáchilas, Carolina Espinoza cuenta que tuvo en sexto grado a la profesora Adela Saavedra, quien fue su inspiración en la escuela 11 de Octubre, donde terminó la primaria. “Me gustaba ver a mi maestra que era un ejemplo, era tan linda ella, como nos trataba, como nos quería (…) ella sí sabía que yo la admiraba mucho y ella me decía que me admiraba a mí, porque era muy talentosa”, evoca.
Ahora Espinoza experimenta la alegría que en su momento vivió su docente, cuando a ella sus estudiantes de la Unidad Educativa Básica Polibio Jaramillo le expresan gratitud o deseos de seguir el ejemplo que transmite tanto dentro como fuera de las aulas de clase.
“Me llena de emoción cuando a veces me dicen profesora, y pregunto qué profesión quieren, el uno me dice ‘quiero ser abogado’, el otro, doctor, y una niña me dice: ‘quiero ser profesora, pero no cualquiera, quiero ser como usted’. Me llena de emoción en ese momento”, reseña con voz entrecortada y añade que gestos como esos vuelven invaluable el rol de profesora, porque “llegar al corazón de los niños” no es tarea fácil.
Ella llegó a Playas desde joven para trabajar en una empresa de la industria de alimentos y se graduó en la Universidad Estatal Península de Santa Elena (UPSE), en la provincia del mismo nombre.
Ser maestro en una época complicada
Considera que en este tiempo en el que en la sociedad la violencia es noticia diaria, en el que muchas veces papá y mamá no dedican el tiempo suficiente a los niños en casa por sus responsabilidades laborales, la docencia cumple un rol que va más allá de dictar una asignatura o tener un grado a cargo.
“Esta carrera de docente es diferente a todas, esta carrera es entregar amor, enseñar valores, cuidarlos, quererlos (a los estudiantes). De ti dependen muchísimos niños año a año. La mayor satisfacción es entregar valores a los chicos, hablarles no como una profesora, no como una autoridad en clase, sino hablarles como una madre y aconsejarlos”, enfatiza la maestra.
Por eso es partidaria de que en el pénsum académico se incluya como asignatura una opción enfocada en transmitir principios.
“Ahora se ve muchos niños sin valores. Niños que patean a sus madres, insultan, hacen lo quieren, matan, violan. Quién embarazó a una niña de 14 años, otro niño de 12, entonces, hay que implementar muchísimo, falta mucho para la educación”, refiere.
Emprendedora y youtuber
La profesora reparte su tiempo entre el magisterio, un pequeño taller de confecciones de uniformes escolares deportivos y su canal de YouTube Trabajando con Carolina, en el que tiene 22.600 suscriptores y ha publicado 73 videos.
Los uniformes los vende al por mayor, a comerciantes de la Bahía, y al por menor, a quienes desean adquirirlos directamente en su negocio, el cual publicita a través de las redes sociales.
Ambas iniciativas las impulsó a raíz de la pandemia y las mantiene hasta la fecha. Dice que con el canal de YouTube ya monetiza y que eso le sirve de ayuda en la economía doméstica. Tiene una variedad de contenidos: entrevistas, videos de actividades escolares, las notas periodísticas que le han hecho canales de televisión, entre otros.
¿Qué pasó con la bicicleta, su transporte en la pandemia?
Carolina Espinoza recuerda que luego de hacerse conocida por su vocación y anhelo de ayudar a los estudiantes de menos posibilidades económicas, llevando en bicicleta las fichas educativas a las casas de cada uno y enseñarles brevemente, de manera independiente, distintos almacenes le regalaron dos motonetas.
Fuente: El Universo
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