Toda la hermosura paisajística y natural de un cantón como Girón, cobra una segunda dimensión cuando la enmarcamos en los sucesos históricos que se han sucedido en estos parajes de montañas y cascadas y los más agrestes accidentes geográficos imaginables, como paredes de montaña casi imposibles de acceder, páramos amplios y fríos y bosques profundos llenos del verdor, que están envueltos en el misterio que exige la neblina. Por lo dicho, cuando hace un par de semanas visité la Casa de los Tratados y tuve la buena fortuna de ser guiado por Aída Abril, conocedora a profundidad de nuestra historia y apasionada guardiana de este tesoro cultural del Ecuador, entendí que para valorar lo que Girón tiene para el turismo, debemos articular su riqueza histórico-cultural y re-conocer este museo de sitio que, a no dudarlo, se guarda un episodio que justifica nuestra historia y que merece y exige ser visitado.

El Museo de la Defensa “Casa de los Tratados”, es en donde se firmó el Tratado de Paz después de la victoria bélica del ejército de la, en ese entonces, Gran Colombia, sobre el ejército del vecino Perú. Caminando paso a paso el museo, atento a la guianza de Aida, me vino a la memoria la historia narrada en los años de la primera infancia, en la escuela, cuando los profesores de turno procuraban instaurar ese furor patrio, que a los oídos de los niños se intentaba despertar a través de la admiración hacia el heroísmo de los soldados comandados por el Jefe Superior del Sur, Antonio José de Sucre.

En la entrada al museo, puede verse un antiguo cañón.

Ellos, en desventaja numérica dicen, vencieron a los soldados peruanos merced a la estrategia, el conocimiento de la geografía y el valor. Con un escenario natural como el Portete de Tarqui, la batalla, decía la amiga guía, fue una proeza que empezó con la resistencia ante el clima y sus dificultades.

Una vez alcanzada la victoria, tras la rendición del ejército invasor, continúa Aida, se reunieron en Girón el General de División Juan José Flores y el de Brigada, Daniel Florencio O´Leary, más el secretario de la Gran Colombia, Crnl. José María Sáenz y, en contraparte y representando a la parte vencida, el Gran Mariscal Augustín Gamarra y el General de Brigada, Luis de Orbegoso, quienes firmarían en la actual casa-museo, el tratado de paz, mismo que consta de 17 artículos aprobados, confirmados y ratificados, el 1 de marzo de 1929, por Antonio José de Sucre y José de Lamar.

La mesa original en la cual se firmó el Tratado.

Un monumento histórico de la nación

Desde su restauración, que inició en 1975 y concluyó en 1977, el edificio en donde se levanta el Museo guarda y exhibe documentos, armas, oleografías, estandartes, uniformes, muebles y enseres, emblemas, armas y vestimentas militares, que reconstruyen los hechos acaecidos en la oscura historia de la guerra fratricida, que lamentablemente sustenta ese sentido cívico de una sociedad, que necesita mitos historicistas-fundacionales para sentirse parte de un mismo colectivo.

El museo Casa de los Tratados ha pasado a ser desde el 2011, un Monumento Histórico de la Nación, y desde siempre, símbolo del orgullo de los habitantes del cantón, así como del país entero.

Y claro que es importante recordar los hechos aquí sucedidos, ya que el Tratado es quizá la base de una patria que, a partir del mismo, se configura como República separándose de la Gran Colombia y el sueño de Bolívar, alcanzando la independencia como Ecuador en 1830.

Pero regresando a la casa-museo, debemos destacar la belleza arquitectónica del mismo y su disposición con jardines laterales y posteriores, poblados con una llamativa variedad de especies de flora nativa de la zona, áreas de descanso, senderos auto-guiados y la ubicación central en el cantón, todo lo cual lo ratifica como un destino turístico para un cantón que tiene de todo en su oferta a los posibles visitantes: historia, naturaleza, cultura viva y gente maravillosa.

El Detalle

“La misión del Museo de la Defensa «Casa de los Tratados» es la exhibición de la historia de la Batalla de Tarqui y la firma del tratado de paz de Girón, contadas desde un sentimiento de patriotismo, pero al mismo tiempo de tolerancia y hermandad, promoviendo la paz con cada una de nuestras acciones, justificando nuestra razón de ser, en procesos educativos asociados a experiencias significativas…”, dice Aida Abril, con una sonrisa natural y el enorme conocimiento que la avala.

Texto y fotos:

Juan Carlos “Tuga” Astudillo S.

www.tugaastudillo.com

Fuente: El Mercurio 

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