Los festejos de 1915 fueron inéditos; hubo eventos en la noche gracias a la recién instalada energía eléctrica y se festejó el hallazgo de la Constitución de la República de Cuenca.

Hace un siglo los cuencanos ya celebraban las fiestas del Tres Noviembre y con eventos muy parecidos a los tiempos actuales: Sesión Solemne del Cabildo precedido de la misa de acción de gracias, la parada militar, ofrendas florales a los héroes, exposiciones de arte, embanderamiento de la ciudad, agasajos y se celebró el encuentro de la “Constitución de la República de Cuenca”, verdadera partida de nacimiento del movimiento independentista de 1820.

Un excepcional documento del archivo del historiador cuencano, doctor Miguel Díaz Cueva, al que ha tenido acceso este diario, revela cómo se festejaban hace cien años las fiestas del Tres de Noviembre. Todo empezaba, de modo solemne, la noche del 2 de noviembre, con repique de campanas de los templos, retreta con la banda de músicos del Batallón de Quito y algo muy novedoso: se podía disfrutar como nunca antes de la fiesta nocturna. La energía eléctrica se había instalado apenas un año atrás, pero no se contaba con ella como servicio público generalizado.

Para ese año los principales edificios del centro fueron iluminados, pero con energía eléctrica prestada para la ocasión. El servicio fue facilitado por Roberto Crespo Toral, empresario que instaló la primera planta eléctrica en Yanuncay.

El programa de fiestas muestra similitud con lo actual. El día 3 de Noviembre, los festejos empezaban a las 05:00 con salvas disparadas por soldados y policías, cuyos cuarteles estaban en donde hoy se ubican la Municipalidad y el Banco de Fomento; a las 07:00 se inauguraron arcos triunfales levantados por los obreros de La Salle y la colonia extranjera; luego hubo la izada de la bandera en los edificios públicos a los sones del himno nacional y a las 08:00, la inauguración de una columna monumental a los próceres del 3 de Noviembre, erigida por los comerciantes exportadores.

A continuación hubo una parada militar y la apertura de una exposición de pintura del artista Alfonso Ordóñez Mata, en el salón de actos de la Escuela Central.

En esta época ya había la misa del Te Deum, (Acción de Gracias), que se celebró en la Catedral (la Vieja), a cargo del obispo. La misa y Te Deum de esa época, en solemnidad, eran cantadas por el celebrante y un coro; y, en esa fecha, también por los músicos de la Sociedad Filarmónica del Azuay. Una oración alusiva a la fecha, la proclamó el padre Alfonso Jerves.

A mediodía se levantó un altar patrio delante de la columna a los próceres, con doble guardia: una formada por niños del Asilo de la Infancia y otra por soldados del Batallón Quito. Luego, hubo recepción en los salones de la Municipalidad.

Para las 13:00, en la glorieta del Parque Calderón, “a fin que pueda concurrir a ella el Pueblo Azuayo, dueño de las fiestas”, como se proclama en el programa oficial municipal, hubo la Sesión Solemne de Cabildo Ampliado a la que se invitó al Gobernador, jefe Zona Militar, ministros de la Corte de Justicia, Cuerpo Consular, delegados de otros municipios, rectores de la Universidad y Colegio Benigno Malo, Intendente y representantes de sociedades científicas, obreras y literarias. Muy similar al estilo de hoy.

Carta Política de Cuenca y preseas

Durante décadas se había desconocido de su existencia y menos se tenía el ejemplar original. En 1915, el historiador Celiano Monge, director de la Academia de Historia, localizó en un archivo la “Constitución de la República de Cuenca”, la declaración política y plan de gobierno, emitido tras el 3 de Noviembre de 1820 por diputados de las corporaciones y parroquias azuayas, documento que fue devuelto a Cuenca.

El presidente del Concejo Municipal (en esa época el cargo aún no se llamaba alcalde) dio un discurso y depositó en un cofre especial el ejemplar recién descubierto. El discurso de Remigio Crespo Toral, en representación de los abogados, precedió a un desfile del público ante la columna a los próceres y el altar patrio formado a mediodía.

Los obreros de la sociedad La Salle entonaron el himno obrero y se entregó la presea Gaspar Sangurima a un destacado maestro y los niños de los planteles educativos depositaron flores ante el altar patrio, al son del himno azuayo, mismo que hoy cantamos como Himno a Cuenca.

El doctor Alfonso Malo dio otro discurso a nombre de los docentes del colegio Benigno Malo y se sorteó los premios Benigno Malo entre un grupo de jóvenes obreros. Luego que una delegación de la escuela de Niñas (que luego fue la Central La Inmaculada) depositara una ofrenda floral, el presidente del Concejo condecoró a Matilde Neira, la primera obrera tipógrafa de la ciudad.

Coronas florales a los próceres dadas por los universitarios, la Corte, los jóvenes, un premio a la colonia extranjera, un carro alegórico de la Escuela de Medicina, la entrega de una escultura en homenaje el ejército, un concurso de arreglos florales, la arriada de la bandera nacional y un desfile militar nocturno, con antorchas y la proyección de una película amenizada con un concierto a cargo del maestro Salvador Sarmiento, en la actual plaza de San Francisco y luego una retreta con la banda militar completaron el día de fiesta.

Diversiones populares

El 4 y 5 de noviembre hubo más festejos: dianas y salvas militares, la izada de la bandera, una muestra ejercicios militares de combate con alambradas incluidas, diversiones populares como la carrera de tres piernas y ensacados, con premios de 5 a 30 sucres y la diversión de atrapar un puerco cebado, todo donado por los extranjeros residentes; una película y una velada literario musical cerraron los festejos del día 4.

El día 5 hubo un concurso de tiro a cargo de militares y policías; un banquete de dulces para los niños ofrecido por el Municipio de Paute; carrera de cintas, entrega de víveres y prendas de vestir en los hospitales y casa ancianos, el sorteo de diez máquinas de coser entre las señoras y señoritas de la ciudad y por último el número más destacado: la inauguración de la biblioteca y archivo municipales, instituciones que todavía perduran al servicio del público. (F)

Ángel Vera Bravo

Redacción El Mercurio

avera@elmercurio.com.ec

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