Aunque la ciencia suele darle explicaciones racionales a los fenómenos naturales que ocurren, existen hechos tan impredecibles y sorprendentes que a veces generan dudas en la sociedad.

Este fue el caso de Bena Tshadi, un equipo de República del Congo cuyos jugadores murieron repentinamente a causa de un rayo en 1998, cuando el país africano se encontraba en una guerra civil.

Constantemente se informaba en las noticias de tiroteos, enfrentamientos, matanzas étnicas y caos político. Lo único que brindaba un ambiente distinto a lo que se veía en las calles era el fútbol. Sin embargo, eso cambió drasticamente.

En octubre de 1998, en la región de Kasai, se llevó a cabo un partido entre Bena Tshadi (local) y Basanga (visitante), dos equipos de la primera división congoleña.

Las gradas estaban llenas, los hinchas expectantes y el cielo nublado, anunciando una próxima tormenta. Durante el primer tiempo, cuando el partido iba empatado a un gol y estaba cayendo una lluvia torrencial, un rayo impactó sobre la cancha de juego.

Nadie sobrevivió del equipo local, mientras que el equipo visitante salió ileso. El rayo hirió también a unas treinta personas que presenciaban el partido.

“El rayo mató de golpe a 11 jóvenes jugadores de entre 20 y 35 años que disputaban un partido de fútbol. Los atletas de Basanga curiosamente salieron indemnes de la catástrofe”, escribió el medio local ‘L´Ávenir de Kinshasa’.

El gran contraste de suerte entre Bena Tshadi y Basanga despertó todo tipo de dudas. El equipo visitante fue acusado de brujería por los lugareños, quienes culturalmente eran muy arraigados a supersticiones y prácticas sobrenaturales a cargo de brujos y curanderos.

A esto se le suma que en ese mismo mes cayó otro rayo en un partido de fútbol de Sudáfrica, entre el Moroka Swallows y el Cosmos. El incidente, aunque causó la suspensión del partido, no dejó víctimas mortales, pero sí dejó algunos jugadores con arritmias cardíacas.

Por otro lado, las acusaciones de brujería siguieron por varias semanas, mientras ambas hinchadas se ponían ‘en pie de guerra’.

Varios dirigentes futbolísticos empezaron a contar que algunos equipos tenían hechiceros dentro del plantel, por lo que pedían la prohibición de la brujería en el fútbol. Fueron miles las denuncias de magia negra, poderes extraordinarios, evocación a espíritus y más supuestas prácticas sobrenaturales.

Pero, finalmente, la Federación de fútbol del país emitió un comunicado afirmando que los jugadores que murieron tenían tapones de aluminio en sus zapatos y esto facilitó la conductividad de la descarga en sus cuerpos. Los rivales que no sufrieron consecuencias usaban tapones de plástico.

Muchos argumentaron que la aclaración oficial era una excusa para ocultar las prácticas de brujería en el fútbol africano.

Los rayos siguieron cayendo por unos años más hasta que aparecieron ciertas medidas para evitar que este incidente volviera a ocurrir: pararrayos activos en las canchas y evitar zapatos con tapones metálicos.

Al final, cada persona eligió si creer en la explicación científica o seguir afirmando que el peculiar caso fue producto de brujería.

Fuente: El Comercio

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