Girón y su blanco manto de agua
Los 3 chorros que componen este paradisíaco complejo turístico, están a tan sólo 40 minutos de Cuenca
Girón y su paisajismo no terminan de fascinar. ¡Pareciera que lo tienen todo! Quién por ejemplo, no se ha detenido a disfrutar del valle que se abre apenas pasada la curva del Portete de Tarqui, cuando empieza el descenso en ese carretero sinuoso que, de rato en rato, nos permite observar las montañas de fondo y los potreros envueltos en neblina con casas de lado y lado, como decorando las chacras con sus cruces de hierro y las quebradas que, en horas de la tarde y con buena fortuna, nos regalan las caídas del sol más hermosas que podamos imaginar… y es que Girón, mágico y multicolor, es como un paisaje hecho a mano, o mejor, como un sueño tejido a mano.
Y desde esa vista maravillosa de los Andes que, como dijera el poeta, son una explosión de catedrales, la posibilidad de observar al fondo, en medio de una imponente pared de roca verde y blanca las dos caídas de agua de este grupo de cascadas que conocemos como El Chorro, es una experiencia que, de por sí, justifica un viaje que además es en verdad corto: “como para salir a dar una vuelta y variar la tarde de ciudad…”, decía un amigo.
Claro que adentrarse al Chorro y recorrerlo paso a paso es otra historia. Es decir, subir los escasos 10 minutos que toma desde el carretero principal para llegar al parador turístico, que en la actualidad está siendo administrado por 5 jóvenes emprendedores del cantón.
Esta es una aventura moderada que no deberíamos dejar de lado, por varias razones: está cerca de la ciudad, el acceso es completamente fácil (hasta la primera caída de agua) y el sendero brinda las facilidades necesarias para permitir que cualquier persona los disfrute, con graderíos y pasamanos para absoluta comodidad que nos llevan, en medio de un hermoso y latente bosque húmedo andino, hacia el susurro que desde el comienzo del sendero se escucha y que va cobrando fuerza hasta convertirse, una vez cerca, en un torrente de agua que en sus 105 metros de caída, embellece el paisaje de una suerte de cueva hermosa y casi maternal, que sostiene una pared vertical de roca oscura y desnuda apenas y en pocos segmentos cubierta por musgos y verdosidades, que parecieran coquetear con el bosque.
Otra vez el bosque siempre verde y frondoso que sirve de marco para este espectáculo de la naturaleza. Imponente y sutil a la vez, la continuidad y la fuerza de la naturaleza expuestas en una misma imagen, como para decirnos lo que de verdad importa…
Una segunda cascada digna de visitar y admirar
En una caminata que nos tomó cerca de 5 horas (a paso de fotografía, es decir, lento y pausado) abarcamos el sendero que conduce al segundo salto de agua de este impactante complejo, que sin duda, se lleva el aliento de quien lo visita, por la magnificencia de su porte y la fuerza del agua que cae y dibuja sinuosas y caprichosas formas en la roca que la sostiene.
Las leyendas locales explican mucho de la magia que envuelve este lugar: pailas de oro que han migrado huyendo de la avaricia humana; demonios y huacas que las protegen, y en fin, aquella necesidad de racionalizar los fenómenos que escapan al entendimiento dual que nos compete y que se podrían resumir en la inestimable potestad del milagro de la naturaleza, abrazada por la imaginación y el folkclore que procura aprehenderlos.
El sendero que se utiliza (en realidad hay varios) cuando se tiene la buena fortuna de ser guiado por William Pulla, uno de los jóvenes administradores del Parador Turístico el Chorro, tiene varias sorpresas para ofrecer.
Está por ejemplo el Mirador Inca, al cual se accede por un chaquiñán, en donde se encuentran con facilidad tiestos, que a decir del amigo guía, son de procedencia Cañari-Inca. Siguiendo por un sendero que se debe conocer para usarlo, es decir, no es buena idea ir solo, se llega, tras una hora de cuesta y atravesando una porción de profundo bosque húmedo montano, a la segunda cascada, para disfrutar de una vista impactante por su tamaño y singular trazo.
De ahí, el camino empieza a bajar, para regresar al Parador, pasando por el chorro Negro, la pampa del Chaupi, la Piedra Partida y hermosos parches de bosque en los cuales, con fortuna, es posible avistar, entre otros: pájaros carpinteros, caciques, azulejos, colibríes, pavas de monte, tucanes andinos, gavilanes, venados, guatusas, llamalas, raposos y conejos.
En fin, la visita al Chorro de Girón es una oportunidad para dimensionar la hermosura del paisaje andino, decorado por profundos bosques, maravillosas cascadas y un sin número de sorpresas que harán que el visitante quiera volver, una y otra vez.
DATOS
– La primera cascada tiene 105 metros de altura, a decir del guía local; la segunda, 280.
– Se ofrece servicio de restaurante, guianza, cabalgatas, rapel, pesca deportiva y camping.
– La capacidad de hospedaje es de 12 personas y está abierto todos los días, de 06:00 19:00.
Texto y fotos
Juan Carlos “Tuga” Astudillo S.
www.tugaastudillo.com
Fuente: El Mercurio