Manabí, Pasillo Ecuatoriano, Hermanas Mendoza Suasti
Manabí, pasillo ecuatoriano de resonancia nacional e internacional, estructurado con la esencia de la vida manabita y que expresa las sensaciones íntimas y externas del espíritu y de la letra en sucesión de bellezas naturales. El poeta dialoga con ríos, valles, bosques, sol ardiente y otros rincones para exaltar las cosas materiales y humanas labrándolas en melodías. Así canta Elías Cedeño en su letra y en la música el compositor Francisco Paredes Herrera.
El poeta enaltece a su tierra manabita con frenesí y su naturaleza tropical llena de belleza y hospitalidad para no olvidarla nunca; ríos, mares, auroras, crepúsculos y brisas engendran anhelos, goces y placeres. Sus mujeres hermosas encaman símbolos purificadores y todos sus habitantes consolados por el mar se sienten inquietos.
Sal en los labios pone en el aire y nace la sabiduría y el trabajo porque la voz del mar es afirmación, es llamamiento cósmico, optimismo lavado por salinas frescas. El amor a la tierra se vierte en gozo de mar y cielo y no se quiere vivir lejos de ella y sus mágicas riberas. Por eso el poema es fragante intimidad y anhelo fraterno.
El pasillo en su tema y asunto engloba a la provincia de Manabí y sus meditativos encantos. El poeta ennoblece la expresión y capta la ardencia del cielo como hierro fundido, entre cármenes risueños, quimeras y recuerdos que vibran dentro de la colectividad. El amor a la tierra es gloriosa iluminación unida al corazón de los ríos y paisajes para que haya amor en cada cosa y en cada palabra.
Elías Cedeño logra adornar el fondo con recursos literarios oportunos al realzar las ideas y los sentimientos, a través de cuatro estrofas de 8 versos cada una y los respectivos octosílabos, cuyo romance da brillo, animación y fuerza poética al poema. El epíteto caracteriza a la poesía en el comienzo de los cuartetos “Tierra hermosa de mis sueños… Tierra hermosa de mis ansias… Tierra bella cual ninguna”. La anáfora da vitalidad a los pensamientos cuando expresa: “… De tus plácidas comarcas/ de tus puentes y boscajes, / de tus vividos paisajes/ por la gracia de tus hijos/ por tus valles, por tus montes/ por tus amplios horizontes…”.
El aire tropológico engalana al poema mediante metáforas “Son tus ríos dos espejos… De tus cielos en las tardes/en que el sol es una pira, / mientras la brisa suspira en tus frondas, Manabí”. El símil da forma y relieve, al escribir : “Tierra mía cual ninguna, cual ninguna hospitalaria”. Asimismo, la repetición : “cual ninguna, cual ninguna se transforma en anáfora.