Los ecuatorianos indocumentados en Estados Unidos salieron de las sombras y se tomaron las calles. Antes, dice Magdalena (nombre protegido) tenían miedo de hacerlo por temor a ser deportados.

Pero la posibilidad de que se les conceda el Estado de Protección Temporal (TPS, por sus siglas en inglés) los movilizó. Dicen que no se detendrán hasta que el presidente Barack Obama emita una respuesta.

El 18 de mayo Ecuador pidió formalmente el alivio migratorio a EE.UU., para los ecuatorianos en situación irregular. El canciller Guillaume Long envió la solicitud del TPS al secretario de Estado John Kerry, y también al secretario de Seguridad, Jeh Johnson.

La idea inicial tomó forma en Manhattan, un mes antes, el 18 de abril. Fue dos días después del terremoto que sacudió la Costa ecuatoriana. En una reunión con las autoridades en el Consulado uno de los líderes comunitarios propuso hacer esa petición.

La organización no fue fácil por la distancia geográfica entre los Estados y con la emergencia en Ecuador. La tecnología ha sido fundamental. Todo se organiza por Whatsapp, videoconferencias, llamadas telefónicas y las redes sociales.

Pero la principal presión vino desde los migrantes. Jimmy Lucero, uno de los líderes en Conneticut, cuenta que además de presionar a las autoridades de Ecuador, había que lidiar con los problemas típicos de este tipo de iniciativas, donde muchos quieren ser protagonistas y llevarse el crédito.

Ha sido importante -dice- lo que ha hecho la legisladora oficialista Ximena Peña, electa por la circunscripción de Estados Unidos y Canadá. Según los líderes migrantes, ella logró unirlos para impulsar la iniciativa y las actividades han sido constantes.

Magdalena vive en Nueva Jersey, es una de las dirigentes de esa comunidad. Pese a no tener documentos participa activamente de las reuniones con las autoridades ecuatorianas y estadounidenses. También organiza y dirige las manifestaciones públicas, como la del pasado miércoles, cuando en varios estados hubo vigilias fuera de las oficinas de migración o lugares emblemáticos.

Magdalena emigró hace 16 años y dice que añora la Patria. Quiere volver a ver a los pocos que quedan de la familia que dejó en Ecuador. Y el TPS , señala, se lo permitiría. Las historias de la mayoría de indocumentados son similares. Por eso ella sostiene que muchos han perdido el miedo a dar la cara, “más miedo le tenemos a la separación de familias y al abuso de los empleadores”.

Según la Cancillería, unos 200 000 ecuatorianos estarían en situación irregular y podrían beneficiarse de la medida; pero Peña afirma que son cerca de 1.3 millones de compatriotas y que un 60% estarían indocumentados.

Byron Silva es dirigente comunitario en Nueva York y, al igual que Lucero, tiene sus papeles en regla y no necesita del TPS. Sin embargo, ambos colaboran en la organización.

Silva cuenta que en las movilizaciones la mayoría de participantes están documentados, pero entienden la necesidad de los demás y quieren ayudar. Incluso los migrantes de otros países y algunos de EE.UU. los están apoyando. Silva explica que la comunidad ecuatoriana ha estado dividida por muchos años, pero que la tragedia por el sismo generó la voluntad para que trabajen juntos.

Magdalena cuenta que no han dejado ningún camino sin transitar. Efectivamente han buscado el apoyo de la comunidad residente, del Gobierno ecuatoriano y de las autoridades locales que respaldan a la comunidad migrante.

Lucero cuenta que además buscan el apoyo de ONGs y otros organismos de activismo que los respalden y orienten. Aunque saben que la concesión del TPS no es fácil, confían en que la presión política hará el trabajo. Por eso preparan para mediados de este mes una gran movilización a la Casa Blanca. Los preparativos arrancan esta semana. La última concesión del Estado de Protección de EE.UU. fue a Nepal, la respuesta demoró dos meses.


FUENTE: El Comercio

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