Definitivamente, como que estamos muy confiados de que la pandemia se termina o ya se terminó, a sabiendas que innegablemente hay una disminución de la morbi-mortalidad, sin embargo, estamos cayendo en un CRASO ERROR cuando estamos todavía distantes de llegar a conseguir una inmunidad comunitaria o de “rebaño” para poder tener algo de seguridad. El conseguir vacunar a 9 millones de ecuatorianos es digno de aplauso al Gobierno, pero, de ninguna manera es sinónimo que se llegó a la meta cual es la de erradicar al virus SARS Cov2.
Lo mencionado se basa en la simple observación del quehacer ciudadano, cuando la mayoría comienza a irrespetar las tantas veces preconizadas medidas de bioseguridad como son: usar la mascarilla, lavarse las manos y el distanciamiento social, y lo más preocupante y agravante es la organización cada vez numerosa de reuniones sociales, como que nada ha pasado o que ya nada va a pasar.
Debemos ser enfáticos al manifestar que: la vacuna no impide que nos contagiemos, que podría darse nuevos contagios en la misma persona, y lo más preocupante que el virus opte por nuevas y feroces estrategias para atacarnos basados en su capacidad de mutarse o cambiar para poder ingresar y destruir las células de los humanos.
En este marco, urge y creemos de manera oportuna que todos hagamos conciencia de que el peligro todavía nos acecha, de que debemos cuidarnos y específicamente que las autoridades encargadas de velar por el cumplimento de las normas actúen sinérgicamente para hacer cumplir las medidas sanitarias y así evitar nuevos contagios y por ende más enfermos y fallecimientos incluso de familiares y amigos.
Por naturaleza el ser humano tiende a cansarse, confiarse, y hasta desobedecer, pero, ante esta pandemia es prudente y necesario manifestar que ¡ya basta! de todo este accionar negativo y más bien a incentivar a retomar las medidas de bioseguridad como un respeto al yo, los demás y en sí a la misma vida humana.
