Wilson Aurelio Hernandez
Wilson Aurelio Hernandez

El Gobierno de la Revolución Ciudadana, desde el primer balbucear de su retórico quehacer y desde sus confusas extrañas, ha querido ser visto como la antípoda del neoliberalismo. Sin ninguna duda, su bien elaborada prosa ha encontrado poca resistencia para erosionar la frágil sindéresis que el poco informado, candoroso y dócil pueblo ecuatoriano tenía, para no ser, una vez más en su historia, sujeto pasivo frente al maquiavelismo de los tenedores del poder.

En plena luna de miel de la mayoría del pueblo con el gobierno de la RC se aprobó la tan ponderada Constitución de Montecristi que, en una aparente bofetada al neoliberalismo, de dotó de derechos a la Naturaleza. Un giro copernicano, dijeron algunos utópicos. La Naturaleza ya no es más un objeto, dijeron otros; ahora pasaba a ser un sujeto con derechos.

La Naturaleza, nuestra Pacha Mama, a partir del 28 de septiembre de 2008 merecería, de nosotros los ecuatorianos, un cuidado, un respeto y una defensa que la habías negado por siglos. Nuestra Pacha Mama había despertado nuestra ternura de hijos. Sin embargo, por más de cuatro años, a partir de entonces, a la Madre Naturaleza se la está ofendiendo igual o peor que en los más grises días de la partidocracia neoliberal. Vía extractivismo se la sigue ultrajando, se la sigue explotando en beneficio de los grandes capitales y de las transnacionales, tan condenados por la retórica del gobierno de la Revolución Ciudadana.

El pulcro socialista Eduardo Galeano se maravilló cuando se enteró que se reconocía, “por primera vez en la historia universal, los derechos de la Naturaleza”. Y no era para menos, él y un sinnúmero de lúcidos pensadores y luchadores sociales y ambientales, creían que la Naturaleza “reducida a mera fuente de recursos naturales”, y gobernada por falaces, “puede ser legalmente malherida, y hasta exterminada, sin que las normas jurídicas impidan la impunidad de los criminales”. Por ello, el reconocimiento de derechos para la Naturaleza en la Constitución de Montecristi (Arts. 71-74) sería el remedio para que el neoliberalismo no siga haciendo de las suyas en nuestro Ecuador. Pero, ¡oh sorpresa!, hoy la Naturaleza está siendo “legalmente malherida”. Y nadie escucha sus quejas ni la de quienes con genuina vocación anti-neoliberal luchan para defenderla.

¡Qué paradoja!, quienes con devoción le dotaron de derechos en Montecristi, hoy, con arrogancia e irreverencia hacia la Pacha Mama impulsan los grandes proyectos mineros, en franca contradicción con el espíritu que reinó en Montecristi. Basta mencionar el caso del proyecto minero de Quimsacocha (Loma Larga), el más emblemático para nosotros los gironeneses, para darnos cuenta de la flagrante incoherencia ideológica y moral de quienes hoy gobiernan el país.

Decir, como se dice desde las fauces del poder, que “no podemos caer en la irresponsabilidad de ser mendigos sentados en un saco de oro” es, como mínimo ser un capitalista a carta cabal. Si esta frase, que no es original del conciudadano presidente (lo dijo el célebre científico alemán Alexander Von Humboldt, hace dos siglos) habría sido pronunciada por un neoliberal, lo deberías considerar absolutamente coherente; pero al venir de quien dice oponerse al neoliberalismo, resulta ciertamente desconcertante. Y es que muy pocas actividades económicas, como la minería en particular, y el extractivismo en general, resultan tan claramente neoliberales y atentatorias contra los derechos de la Naturaleza. Y son neoliberales porque para su ejecución se tiene que priorizar el capital, sobre el ser humano, ese capital que tanto ama el neoliberalismo y tanto necesita el populismo en acción. El extractivismo es neoliberal, porque para atraer a las transnacionales capitalistas se ha tenido que garantizarles que habrá muy poca o ninguna tolerancia a los luchadores sociales y ecologistas del país. ¿O es que acaso la criminalización de de activistas sociales y movimientos ecologistas no son suficiente prueba de ello? Por algo, cuando Eduardo Galeano, se enteró que en Ecuador, mediante decreto ministerial 157, se había proscrito a Acción Ecológica, le envió una pequeña y afectuosa misiva al presidente Correa, diciéndole “me cuesta creer”; porque él consideraba que la presencia de las organizaciones ecologistas es “la mejor garantía de la defensa de los derechos de la Naturaleza”. Pero, obviamente, el neoliberalismo del gobierno de la Revolución Ciudadana no lo considera así.

No nos engañemos, el modelo económico extractivista del gobierno de Rafael Correa es neoliberal. El ser humano, la Naturaleza, el desarrollo sustentable, pasan a segundo plano frente a la necesidad de asegurarse el capital necesario para mantenerse en el poder.

En el caso de Girón y el proyecto minero Quimsacocha (Loma Larga), hay que ver cuán coherentes resultan los hijos de la derecha que hoy fungen de autoridades, tanto a nivel local, como nacional, para ponerse del lado de la Vida y del ser humano y en oposición al neoliberalismo extractivista.

Anterior

Adolescente es rescatada por bomberos de segunda chorrera

Siguiente

Reinas homenajearon a la mujer gironense

Revise También: