Dr. Hugo Lucero L.
Por: Dr. Hugo Lucero L.

Ante la preocupante estadística fatal en las vías ecuatorianas ocasionadas por accidentes de tránsito, si se pueden llamar accidentes, creemos que es necesario enfocarlos desde una visión de meros espectadores o protagonistas de estos desaciertos.

En efecto, casi todos los días vivimos o al menos somos espectadores de las famosas competencias que se dan entre algunos vehículos de pasajeros, en función de rivalidad, ganar unos míseros dólares, o sentirse mejor piloto que el adversario. Se inician desde el mismo terminal ante la vista y paciencia de los “jefecitos”, lo que importa es ganar la competencia, aunque sea en un vehículo que pide “restauración” o descarte. No se da importancia alguna a la “carga humana” que transportan, aunque sí a la cantidad en desmedro de la comodidad, siendo el lema: llenar y llenar.

Casi siempre adjunto al chofer-piloto está el que maneja “la hoja de ruta”, conocido con el nombre de “chulío”, siendo quien grita o saca su mano, dice que ayudando al “jefe”. Es que el objetivo es ganar unos segundos equivalentes a monedas de perplejos ciudadanos que les recogen en la vía, cual sacos de alimentos deteriorados que requieren ser dejados en el depósito, obvio, previo el pago de una cantidad de monedas al antojo del chulío.  La competencia también abarca a terceros, personajes que se encuentran en puestos estratégicos “manejando” los radios trasmisores que indican las diferencias en tiempo y distancias de los adversarios, protagonizándose una serie de peripecias propias de un ser humano que no se quiere así mismo y que piensa que las vidas de los otros no son de esta vida.

A poco de terminar la carrera, el chulío cual intrépido malabarista se cruza la vía en precipitada carrera para hacer sellar la tarjeta y dar el visto bueno al chofer-piloto para que termine la competencia.

Hay honradas y muy respetables excepciones de esta realidad, empero se dan estas infracciones de tránsito que atentan no solo con la dignidad sino con la vida del ser humano. Es hora, que todos hagamos conciencia de estas absurdas competencias en las carreteras, desde los choferes hasta los usuarios, pasando por las mismas autoridades, que deben velar por la seguridad en el transporte terrestre, evitando muertes que no deberían darse y se ocurrieron, muchas de las veces por lo que no quisiéramos que exista: la irresponsabilidad.

Hugo Lucero Luzuriaga

hlucerol@hotmail.com

 

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