“Más de 438.594 niños y adolescentes se ven obligados a trabajar en el país, esto representa cerca del 11,3 % de niños entre 5 y 14 años que realizaron alguna actividad a cambio de una remuneración” (Abril 2024-INEC). Sin tomar en cuenta subregistros, son datos espeluznantes y que desnudan una realidad de una población que según dicen “son el futuro de la patria”, y que involucra directa e indirectamente a la educación como un problema no resuelto del país.

En efecto, vivimos en un Ecuador de desigualdades, con un porcentaje importante de niños que se quedan sin educación: por la pobreza- indigencia, distancias lejanas del centro educativo, falta de cupos, necesidad de trabajar para aliviar la precaria situación económica de los hogares. Es innegable la falta de docentes e incluso se registra el ingreso al magisterio de personas necesitadas de trabajar, sin conocer de la docencia. Súmese a lo descrito, la carencia de una adecuada infraestructura física, que incluso se ven obligados a laborar en condiciones críticas, ni que decir de la carencia de medios tecnológicos actuales para una adecuada enseñanza aprendizaje, situación triste que ya mostró la pandemia.

Lo preocupante es que, para sobrevivir, buscan “trabajar” niños, adolescentes y jóvenes, siendo presas fáciles de los tentáculos del microtráfico, delincuencia organizada y afines, que se replican en las familias donde la violencia se incrementa, generando seres humanos ladeados por la sociedad, que incide en el aumento preocupante de la deserción estudiantil, incremento de embarazos en adolescentes y la presencia creciente de tugurios donde las víctimas conviven con los victimarios. No es menos importante la migración ilegal de niños, adolescentes y jóvenes, que optan por el camino de alguna esperanza o la muerte.

Un problema grave que los candidatos si ofrecen afrontarlo, deben hacerlos con PROPUESTAS CUMPLIBLES de acuerdo con nuestra realidad, involucrando a todos los actores, con una remozada política educativa, capacitando a los maestros, fortaleciendo el apoyo a las familias y priorizando el presupuesto nacional a la educación porque: “Un pueblo educado es un pueblo libre” (I. Kant). (O)

Fuente: El Mercurio

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