Dr. Hugo Lucero L.
Por: Dr. Hugo Lucero L.

La vida de todo ser humano termina con la muerte y le llegó para Sergio Ortega Jiménez, el popular Ituba. En homenaje a este ser humano hagamos un réquiem sincero que nos inducirá a varias interrogantes: ¿Todos los seres humanos somos iguales?……… difícil respuesta en este mundo globalizado, egoísta y consumidor. ¿Es importante dejar al menos una huella en nuestro paso por la tierra? …………controvertida respuesta, pero creemos que sí, y, la interrogante más difícil de evacuar, que lo han planteado muchos pensadores en todo el mundo ¿Quiénes son los cuerdos, nosotros que nos creemos como tales o ellos a quienes los consideramos como no cuerdos?………. lo único cierto es lo que se testimonia en Génesis: “Hombre, acuérdate de que polvo eres y que al polvo volverás”.

En este contexto sentimos la ausencia física de Sergio, empero, se quedó entre nosotros como un personaje en la memoria colectiva. Persona aparentemente menor en pensamiento para los humanos comunes, por ello: incomprendido, discriminado y hasta maltratado, pero ser humano con dolores, sentimientos y de extrovertidas expresiones que pudieron causar hilaridad de los otros, pero con la espontaneidad y sinceridad de un hombre que no conocía del mal porque para él no lo existía, lo que si expresaba es el deseo de vivir libre de las amenazas de seres humanos portadores de la soberbia de creerse perfectos y completos.

Él, se quedó para vivir por siempre y para siempre en Girón, se quedó en el recuerdo de todos como un personaje que marcó una época y que dejó como un legado a la sociedad una serie de preguntas, a saber:

¿Por qué hay injusticias y discriminación?  ¿Por qué hay diferentes ensalzados en el poder y el dinero? ¿Por qué hay ricos, pobres e indigentes? ¿Por qué no funcionan los servicios? ¿Por qué no somos sinceros y nos mostramos lo que no somos? ¿Por qué ofrecemos y no cumplimos?  Respuestas que añoran a un personaje que nos fue dejando recuerdos casi gratos, y opuestos a muchos humanos vivientes que se fueron sin pena ni gloria, o están por irse, sin dejar huella positiva alguna, para un pueblo que grita su desesperanza, maldice el engaño, carga con el arrepentimiento y que llora la partida de Sergio-Ituba.

Roguemos a Dios que lo tenga en el lugar donde están los seres humanos que vivieron la paz, la humildad, y la inocencia de la niñez en un mundo materialista y egoísta.

Sergio: descanses en paz.

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Notigirón, emisión 3 de diciembre de 2018

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