El 8 de junio de 1983, policías de la ciudad de Manter, ubicada en Kansas, Estados Unidos, llegaron a una iglesia para interrogar a una mujer que parecía pérdida y pronunciaba palabras en un idioma que los agentes no comprendían en absoluto.

Un pastor la había encontrado minutos antes comiendo huevos sin cocinar, descalza y con ropa reducida en gran parte a jirones. Al percatarse de que no podía entablar una conversación en inglés con ella, preocupado, decidió llamar a las autoridades.

Esto supuso el inicio de una tortuosa y extensa retención, propiciada únicamente por el hecho de que la mujer de aproximadamente 50 años, llamada Rita Patiño Quintero, quien era una indígena rarámuri, oriunda del estado de Chihuahua, en el norte de México, no era comprendida por nadie que estuviera en su entorno.

Mientras agentes dedicados a la investigación intentaban esclarecer el lugar de dónde provenía y la manera en que cruzó la frontera entre ambos países, sumamente vigilada por unidades de control, Rita fue confinada en un cuarto de una estación policial, sin entender porque había sido detenida.

Distancia entre Chihuahua y el corazón del estado de Kansas, Estados Unidos. (Google Maps)

Distancia entre Chihuahua y el corazón del estado de Kansas, Estados Unidos. (Google Maps)

Presa de pánico, según se narra en el documental “La mujer de estrellas y montañas”, estrenado este año, que cuenta su historia y eleva un reclamo de justicia, Rita golpeó a una uniformada que intentaba asearla y se sumió en silencio.

Llevaron un traductor y hace un reporte ridículo. Concluye que debe ser indígena y que viene de algún país de América Latina. Pero, a pesar de que no entiende nada de lo que le dice, comenta que las palabras de Rita no tienen sentido“, contó el director del metraje, Santiago Esteinou, a BBC Mundo.

“La llevan ante la corte y se concluye que no estaba en sus capacidades mentales, que era un peligro para sí misma, por lo que la trasladan a un hospital psiquiátrico”, agregó el cineasta, quien no se limitó a investigar la historia de la indígena, pues incluso llegó a entrevistarla en persona.

Lo que los policías, jueces y expertos en medicina de Estados Unidos solo comprendían como “balbuceos” era en realidad el dialecto rarámuri, la lengua materna de Rita. Adentro del manicomio en el que se dispuso que permanezca encerrada durante tres meses, pese a no tener un diagnóstico que justifique su ingreso, tampoco podía comunicarse.

El interés de las autoridades judiciales de descubrir el pasado de la mujer indígena, quien parecía tener una leve discapacidad intelectual, poco a poco fue desvaneciéndose. No fue sino hasta la realización del documental que salió a la luz información reveladora sobre los sucesos que precedieron su llegada a Estados Unidos.

Rita vivía cerca de la región de Cerocahui, en un poblado del municipio de Urique, en México, con un gran rebaño a su disposición, un esposo y un hijo. En ese entonces, solía tener comida de sobra y donarla con frecuencia a quienes la necesitaban.

Esa vida serena acabó cuando Rita fue señalada de asesinar a su marido en una disputa familiar, lo cual fue seguido de un gran robo a su rebaño. Nunca se determinó judicialmente si en realidad cometió el crimen, pero en su comunidad, eran más las personas que le atribuyeron la culpa que quienes no.

“(Rita fue) una persona buena, muy buena. Y yo toda la vida he dicho que así fue. Lo que pasó es que la trataron mal (…) Rita Patiño no mató a Jerónimo Renterías. A Rita Patiño le robaron las chivas, le robaron las cobijas, le robaron los borregos“, declaró Procopio Mancinas, otrora vecino de Rita, en el documental referido.

Las acusaciones, sumadas a la creencia en dicha comunidad de que estaba embrujada y al hecho de que fue separada de su hijo, habrían sentado las bases para que tome la decisión de ir a Estados Unidos, posiblemente en búsqueda de mejorar su calidad de vida. Sin embargo, pese a que concedió entrevistas al director, la verdadera razón sigue revestida de misterio.

Procopio Mancinas concediendo una entrevista. (Captura de documental "La mujer de estrellas y montañas")
Procopio Mancinas concediendo una entrevista. (Captura de documental “La mujer de estrellas y montañas”)

Al cumplirse el periodo de tres meses dentro del manicomio, Rita acudió a un tribunal en el que se resolvería su situación migratoria. Aún sin comprender el proceso judicial por el que estaba pasando, y que definía si recobraba su libertad, nuevamente no pudo dirigirse a las autoridades porque su lengua no era entendida. En adición al embrollo, su abogado de oficio ni siquiera se presentó.

El proceso se dilató y Rita permaneció retenida durante años, inadecuadamente diagnosticada con esquizofrenia y considerada como una inmigrante ilegal. “Fue la tormenta perfecta. Veo muchas formas de discriminación y de violencia en el caso de Rita”, declaró Esteinou sobre su situación.

“Confluyen muchos elementos. Es una mujer indígena que habla una lengua completamente invisibilizada, que es pobre, migrante, probablemente con alguna discapacidad y que es mujer“, reitera el director.

Cerca de una década después, en 1994, la organización que actualmente es conocida como el Centro de Derechos para las Personas con Discapacidad de Kansas supo sobre el caso y se aprestó a buscar a Rita y proporcionarle los medios para regresar a México.

Una de las primeras cosas que hicimos fue mirar en sus expedientes médicos. En una etapa muy temprana de la documentación, había una referencia a que ella había indicado que era de Chihuahua y que era una indígena tarahumara”, contó la abogada que fue asignada a la causa de Rita, en el documental.

“Eso había estado en su expediente médico prácticamente por todo el tiempo que ella estuvo ahí. Aun así, habían pasado 10 años y ella seguía ahí. Ellos seguían diciendo: ‘no sabemos de dónde es ni qué idioma habla’“, acotó.

Tras revelarse que personal del Consulado de México no hizo nada pese a haber sido notificado de lo que ocurría, los abogados de la entidad demandaron al hospital y a decenas de sus trabajadores por diez millones de dólares correspondientes a daños perpetrados contra la mujer indígena, que para ese entonces ya era considerada una adulta mayor.

En 1995, aún cuando el caso seguía en curso, se dispuso el traslado de Rita a México. Finalmente en el 2001 acabó la trama y autoridades judiciales ordenaron el pago de una indemnización a la mujer de 90 mil dólares, de los cuales la organización se quedó con 20 mil.

Fotografía en la que Rita aparece feliz, después de ser liberada. (Cortesía de Santiago Esteinou y Piano Producciones)

La corte creó un fideicomiso y nombró a una monja llamada Beatriz Zapata, escogida por la organización, como la administradora de los bienes de Rita. Durante más o menos dos años, le comenzó a dar unos $300 al mes y luego le dio $6.000 en un solo pago. Pero luego, la monja desapareció con el dinero“, refirió el director.

La monja fue localizada meses después, y habiendo gastado todo el dinero, solo devolvió 10 mil dólares, que pasaron a manos de otros administradores que volvieron a manejar los bienes de la mujer.

No obstante, a Rita no le importaba en demasía el dinero que recibía cada mes, siempre que fuera suficiente para comer, dormir bajo techo y permanecer sana. Conversando con el director ya en su nuevo hogar, lejos de la frontera estadounidense, declaró que estaba feliz y se sentía en paz al convivir cerca de la naturaleza.

Sin alcanzar a ver el documental que la refirió como “la mujer de estrellas y montañas”, Rita murió en el 2018, rodeada de personas que le dieron la bienvenida, cuidaron y se despidieron de ella con una fiesta conmemorativa, en la que recordaron lo mucho que a la misteriosa mujer le gustaba bailar, cantar y comer.

Fuente: Vistazo

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