Angel Guazha
Angel Guazha

Volver los ojos al campo es una tarea urgente por dos razones fundamentales.

En primera instancia, por la creciente transformación política, social y económica por la que atraviesa el Ecuador y el mundo. Uno de los factores tradicionales que favorecían el elevado  nivel de vida de quienes labraban la tierra lo constituía la numerosa población activa dedicada a esta noble actividad, panorama que está cambiando y  que es cada  vez más crítico. “El éxodo del campo a la ciudad y de la agricultura a la industria, es de esperar que ofrezca  a  quienes continúan viviendo de la tierra la esperada y favorable oportunidad, pero es solo posible a condición de que mejoren sus conocimientos y métodos de trabajo”.

En segundo lugar, por el acelerado avance observado en todas las ciencias en los últimos años, avance al que no puede sustraerse la agricultura. En consecuencia, los habitantes del agro deben  verse obligados en aprender los horizontes que se observen en su actividad. El producto que el hombre recoge de la tierra  depende más de sus conocimientos que de sus brazos. Por lo tanto, es necesario  estrategia en vez de trabajo duro. Es más, aún, el  mundo de las plantas es tan complejo como el de los  hombres , y por consiguiente debe prepararse, ya que la rutina es el peor enemigo de quien trabaja la tierra.

Pero, pero ahora ¿podemos hablar de agricultura como un negocio competitivo? ; ya no,  ahora tenemos que hablar de “agridesastre”. Ya no tenemos el lujo de decir somos un país eminentemente agrícola. ¡Qué pena!.  Los gobiernos de turno han ido descuidando la producción de alimentos; han preferido importarlos, lo que es contraproducente.  Los grandes presupuestos del Estado han sido invertidos,  muchas veces, en obras superfluas o faraónicas y  repartidos entre los corruptos de siempre, mientras que el pobre campesino no cuenta  con buenos incentivos.

A ojos vistas están los políticos de estos días;  me refiero a los candidatos para presidente y otras dignidades, que ofrecen  de todo, que hablan de buenos bonos, de miles de empleos, de viviendas baratas, etc., etc.;  pero casi nada de la verdadera riqueza , de la educación agrícola, de proyectos para el agro, de infraestructura; en fin, de trabajo;  pero cómo pueden hablar de lo que realmente necesitamos, si muchos de ellos ni siquiera conocen una mata de perejil y de las necesidades del campo.

A este ritmo, ¿dónde llegaremos?.. . Analicemos la situación y reflexionemos para votar de la  mejor manera el próximo 19 de febrero.

Por:  Lcdo. Ángel  Guazha

 

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