Loma Larga es uno de los cinco proyectos mineros estratégicos de Ecuador. Está en fase de exploración avanzada, registra inversiones por USD 55 millones y corre el riesgo de suspenderse tras la consulta del 24 de marzo pasado, cuando los habitantes del cantón azuayo de Girón dijeron, por mayoría, que no están de acuerdo con que se realicen actividades mineras en los páramos o fuentes de agua del Sistema Hidrológico Quimsacocha.

El resultado de esta consulta genera incertidumbre entre los inversionistas extranjeros, quienes temen que se replique en otras zonas. Organizaciones indígenas, activistas anti mineros y el Prefecto electo de Azuay quieren repetir la experiencia de Girón a escala nacional, lo cual es un riesgo para las empresas que comenzaron a invertir bajo las reglas que estableció el Estado ecuatoriano y que incluso fueron promocionadas en ferias internacionales desde hace unos ocho años.

Ese ‘lobby’ internacional por la minería dio resultados y el año pasado se registró el mayor flujo de inversión extranjera directa, que llegó a USD 1 401 millones, la más alta desde la dolarización, básicamente producto de la actividad minera.

La apuesta por la minería a gran escala fue una decisión del anterior gobierno y generó resistencia en algunas zonas del país. La falta de diálogo y la imposición de la visión oficial, que caracterizó al Régimen anterior, tensó la relación con algunas comunidades, básicamente en Azuay, cuyos resultados se ven hoy.

Tras asumir el golpe de la consulta en Girón, el Estado necesita corregir y mejorar los procesos para garantizar seguridad a los inversionistas, a la vez de respetar las voces que promueven otras formas de desarrollo, por fuera de la explotación de los recursos naturales y más enfocados en el turismo, el agro, la biotecnología.

El equilibrio entre la explotación minera y un desarrollo alternativo es necesario y demanda de acuerdos mínimos entre Gobierno, comunidades y empresas. La nueva política minera que está por publicarse definirá un mapa minero, tal vez más acotado, pero factible de cumplirse.
Fuente: El Comercio

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