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espués de la última masacre de 62 personas en la Penitenciaría del Litoral, las autoridades hablaron que lo que estaba en disputa era el control de la cárcel. Gracias al testimonio de una familiar y su esposo -quien está recluido en este centro- fue posible calcular, por primera vez, la dimensión del negocio que implica mandar en una cárcel. Lorena (nombre protegido) detalló cada uno de los rubros que las familias deben pagar para evitar que sus internos sean castigados y agredidos, o para que puedan acceder a comida y medicina.

Hay lugares de castigo en cada pabellón para quienes no pagan. Un video que circuló días antes de la última matanza dejaba ver como un preso era ingresado a un tanque lleno de agua, quien al sentirse ahogado empezó a mover sus piernas amarradas con una cuerda. Ante esta señal, los otros presos lo sacaron del tanque. Videos similares han sido enviados a parientes de los presos.

La extorsión ha sido un método recurrente para lograr ingresos. Pero, según el testimonio logrado por PlanV, también se paga por protección, por el aseo de las celdas, por el cambio de pabellones y hasta por dejar ingresar a un familiar a una visita. Al menos hay siete distintos rubros con nombre y significado propio: ‘cuarentena’‘bazar’ o ‘banco’, ‘guardia’, ‘cabina’, ‘rifas’, ‘tiendas’, ‘empeñar’. A esto se suma el pago por las más mínimas objetos para una supervivencia como una pastilla paracetamol o una almohada.

Lorena, por ejemplo, paga 60 dólares semanales por el aseo de la celda y la guardia (protección) de su esposo. Es decir, una familia con un preso pagaría como mínimo 240 dólares mensuales. Si multiplicamos esa cantidad solo por la mitad -porque no todos tienen familia- del número de internos que existe en la Penitenciaría, los ingresos por ese tipo de extorsiones serían de 1,1 millones mensuales. En este centro, que tiene una de las mayores tasas de hacinamiento del país, existen 9.509 presos, según la última cifra disponible a febrero de 2021. Pero a ese monto se debe sumar los otros pagos, que la familiar detalla a continuación.

Según un agente de Inteligencia de la Policía, esos pagos son la ‘moneda’ de cambio que existe en el interior de las cárceles para pagar informantes, guías y policías, así como el ingreso de armas, droga, teléfonos e internet.

Este es el testimonio de Lorena:

Mi esposo está detenido por tenencia ilegal de sustancias estupefacientes. La situación que se vive adentro es difícil tanto para él como para nosotros, sus familiares. Hemos visto cómo muchos chicos han salido en cajas de allá adentro. Sus madres, esposas o hijos los reciben descuartizados.

En la última masacre (12 y 13 de noviembre), desde el viernes (cuando inició la violencia) dejé de tener contacto con él. Estuve despierta hasta las 02:30 del sábado viendo la transmisión de un reo que estaba contando en vivo lo que pasaba. El domingo hablé con él. Me contó que cerraron su pabellón y estuvieron alertas porque no sabían si iban contra ellos.

No solo son los amotinamientos sino el maltrato que sufren por los famosos caporales que existen en cada pabellón. Porque si los presos no cumplen con cierta cantidad de dinero que deben pagar, los caporales los castigan y los manda a ‘cuarentena’.

La ‘cuarentena’ es el lugar donde están los castigados esperando que el familiar pague la planta que ellos están pidiendo para volverlos a subir a los pabellones. A veces los meten a tanques de agua y se quedan sin comer. Estos videos los envían a los familiares.

(Después de esta entrevista, PlanV solicitó a Lorena más datos sobre la ubicación de estos lugares llamados ‘cuarentenas’ dentro de la Penitenciaría y su esposo le confirmó lo siguiente: cada pabellón está conformado por cuatro alas y cada ala tiene su ‘cuarentena’. Si hay 12 pabellones en este lugar, habría al menos 48 lugares de castigo. Para ingresar a un pabellón también cobran, asegura. Si el interno no paga, lo mantienen en cuarentena mojado y le dan de comer solo lo necesario para que no muera. “Pero muchos no han aguantado”, dice)

Por ejemplo, una vez me pidieron 150 dólares que teníamos que depositarlo en menos de 24 horas para que subieran a mi esposo al pabellón, sino seguía en ‘cuarentena’. Pero ya lo habían pegado, le partieron la boca.

En la ‘cuarentena’ también están las personas que no tienen familia, que no tienen visita. Muchos de ellos son reclutados por estas organizaciones para qué vendan allá dentro, porque hay tráfico de drogas, para que se arriesguen a trabajar para ellos. Les ponen a lavar la ropa o a asear las celdas.

Algunos tienen lo que se llama ‘bazar’ o ‘banco’. Son las personas que entregan el dinero dentro de las cárceles después de que el familiar haga los depósitos. Ellos mismos nos dan la cuenta (bancaria) y nosotros mandamos la foto del recibo. Ellos tienen el efectivo. Por ejemplo, si tu quieres mandarle 5 dólares, le depositas 7 u 8 dólares. Una vez le deposité 33 dólares para que le entreguen 25 dólares y pueda pagar lo que le exigen adentro. Esos 8 dólares es su ganancia y esto por cada preso. El comandante es quien decide qué persona hace de ‘banco’.

Lo mismo sucede con las visitas. Yo nunca he ido, pero sí fue una familiar cuando recién dejaron entrar (durante la pandemia). Tuve que depositar plata porque no querían dejar que ella entrara. Ellos autorizan las visitas y para que ingrese (la familiar) tuve que depositar 25 dólares, pero me cobraron en total 33 dólares.

Existen las ‘rifas’No rifan nada, es la denominación que le han puesto. Es la colaboración que le haces al comandante porque él tiene que comer encebollado, para ingresar licores para su cumpleaños o para que puedan estar armados. Si no pagas, manda a ‘cuarentena’ a tu familiar.

Al principio, cuando él entró (a la cárcel), tenía teléfono. Porque adentro se puede comprar teléfonos. El que tenía costaba 350 dólares. Pero aparte tienes que pagar semanalmente por la ‘guardia’ (un permiso para tener celular). Esa ‘guardia’ vale 40 dólares.

A mi esposo se le cayó el teléfono en una requisa (decomiso policial) y no se le compró más. Él ahora hace ‘cabina’es decir otro compañero tiene teléfono y él hace ‘cabina’ con ese teléfono (lo alquila). Por eso hay que pagar siete dólares semanales y adicional se les manda dos tarjetas (de recarga de saldo) de cinco dólares. Son 17 dólares cada semana.

Todo es pagado: para que lo cuiden, para el aseo del cuarto (celda), para el aseo general de todo el pabellón, etc. Yo pago 60 dólares por el aseo y la guardia de mi esposo. Debo depositarlo antes de las 18:00 todos los viernes y enviar el comprobante del pago.

La salud como negocio

Hubo un caso último en el que falleció un chico, que era amigo de mi esposo. El chico entró sano y bueno. Pero se contagió de tuberculosis. Hasta que un día en la ‘contada’ (toma de lista de los presos) ya no estuvo. Fueron a buscarlo al cuarto y había fallecido por la enfermedad. Mi esposo me decía que él siempre se quejaba y que pedía que lo sacarán al policlínico.

Una vez sus compañeros habían gritado para que los saquen porque estaba muy mal. Llevaba días que no comía y no se levantaba. El chico falleció en la mañana y lo sacaron como a las 18:00. Todo el día lo dejaron ahí. Sus compañeros tuvieron que sacarlo del cuarto (celda) y lo dejaron en el patio para que los guías se lo llevaran.

Solo cuando (un preso) queda herido en una revuelta te sacan al policlínico. Si no, es imposible salir o se paga al guía para que te deje salir.

Allá, la medicina te cobran. El policlínico no te regala la medicina, la entrega a los líderes porque ellos tienen tiendas adentro. Ellos (los enfermos) tienen que comprar las pastillas (Lorena precisó después que estas pastillas por lo general son paracetamol) a los líderes, y cuestan 3, 4 y hasta 5 dólares. Una vez, le di a mi esposo 15 dólares y le dieron 7 pastillas. (En Ecuador, una pastilla de paracetamol vale 0.30 centavos).

Lo mismo sucede cuando nosotros vamos a dejarles la medicina. Yo fui una vez y dejé una funda. Pero resulta que le llegó la mitad de lo que yo le había llevado. Nunca entra completa (la medicina) y la otra mitad lo dan a los caporales y a los líderes de cada pabellón. Ese es el negocio de ellos: vender.

Hay mucha gente enferma que no la sacan a un policlínico. Mi esposo cuenta que no hay médicos porque no tienen miedo. Ni siquiera los mismos quieren entrar. El policlínico está por gusto. A este chico nunca le hicieron un examen ni supieron que tenía tuberculosis.

En el motín que hubo el miércoles (dos días antes de la matanza del 12 y 13 de noviembre) estaba entrando el camión de la comida, pero se fue. Aunque el SNAI (Servicio Nacional de Atención Integral a Personas Privadas de Libertad) diga que les ha ingresado comida, es mentira. Ellos no comen dos o tres días porque restringen el ingreso de las personas. En la última masacre, también estuvieron sin comida. Si les entra el desayuno no hay almuerzo. Si les entra el almuerzo no hay merienda. Porque si en la mañana escuchan rumores de que habrá alguna revuelta, ya no vuelve (el personal de cocina).

Después del motín de septiembre (cuando hubo 119 asesinados), en el que hubo algunos descuartizados, no tuvieron comida más de cinco días. Entonces, ¿qué están buscando?, ¿que se levanten?

La comida es muy poquito. Me ha mandado fotos y no sé de verdad. Pensarán que cocinan para los chanchos. A pesar de que están presos y han cometido sus errores, no han dejado de ser seres humanos. Creo que todos tenemos derechos a reivindicarnos y a cambiar nuestras vidas.

Los líderes tienen ‘tiendas’. Ellos compran (los víveres) a los economatos y lo venden. Una funda de pan cuesta entre 8 y 10 dólares, una gaseosa cinco dólares. Cuando no hay comida, el familiar te llama y te pide que le ayudes con un depósito para comprar en estas tiendas. Si el familiar no puede hacer el depósito, ellos ‘empeñan’. Les dicen que tal día les pagan el pan, pero si costaba 10 dólares, luego pagarán 15 o 20 dólares. Si no cancelas esa plata o el familiar no manda el depósito, te pegan y te mandan a ‘cuarentena’.

Les cortan la luz en la noche. Los guías les han dicho que es para que no puedan cargar los celulares y no tengan comunicación. Pero en el día les vuelven a dar energía. Yo me pregunto: ¿qué están buscando?, ¿que tengan mayor facilidad los dueños de la cárcel para entrar a un pabellón y acabar con sus enemigos?

Sus derechos están siendo violados desde el momento en que ellos han perdido el acceso a una salud digna. A pesar de ser ppls (personas privadas de libertad) son seres humanos y el Estado debería garantizar ese derecho.

Turnos nocturnos para cuidar a los líderes

Yo creo que es la peor situación carcelaria. Como madre, y por mi hijo, sufro demasiado.  Mi hijo es grande y él ya ve las circunstancias de lo que sucede. Cuando escucha las noticias y sale la Penitenciaría, él se asusta. La otra vez me decía: ‘mami, si a mi papi le pasa algo, tú entiérrame con él porque yo me muero’.

Cuando hubo la revuelta (la de septiembre), salió un policía y nos dijo que no iba a dar ninguna información ni nada. Si ellos no nos dan información, ¿cómo nosotros podemos saber cómo están allá adentro?

Ahora les están obligando a los presos a hacer guardias. Se amanecen despiertos para cuidar al líder del pabellón. Porque si hay una revuelta o algo, a él no le puede pasar nada. Están obligando a la mayoría (a estas guardias) para que estén atentos. Porque el guía da las llaves del pabellón, no es que él las tiene. (Las llaves) las tienen los propios presos. El encargado de hacer la guardia es el que se apodera de las llaves, es el que cuida y es el que abre de mañana para que el guía entre a hacer la ‘contada’.

Desde que falleció JL, el líder de Los Choneros, esto se volvió un infierno. Todos quieren levantarse, uno quiere ser más que el otro, quieren apoderarse de toda la Penitenciaría del Litoral. ¿Por qué razón? Porque es dinero, es plata mensual. ¿Cuántos ppls hay en cada pabellón?, ¿cuánto tienen que pagar los familiares? Alrededor de 30 a 50 dólares mensuales por cada uno para que puedan estar bien, para que no le pase nada, para que no los toquen, para que puedan vivir en paz, vivir con las cosas necesarias.

Por ejemplo, en un cuarto viven de siete a ocho personas. Y solo hay cuatro camas. O sea que cuatro duermen en el piso. ¿Quiénes son los que duermen en la cama? Los que pagan más plata, los que tienen mayor acceso económico y pueden pagar el colchón. Si tú llegas a la Penitenciaría y no tienes plata, no tienes colchón, almohada ni cama.

Todo se maneja con dinero. Incluso si tú quieres cambiarte de pabellón, es plata, son 200 dólares, ¿cómo lo harán allá dentro?

En los pabellones no tienen agua, sino en el patio. Mi esposo me enseñó, en un video, los botellones amarillos en los que tienen que subir agua. También les hacen subir el agua al líder porque él es el rey y el que manda dentro del pabellón. Tampoco come la misma comida que dan al resto. A él (líder) le ingresan a otra clase de comida buena. Eso ocurre con todos los líderes de cada pabellón. Ellos pueden pagar para que les ingresan todo, por lo general ingresan todas las cosas en la noche o en la madrugada.

No hay una rehabilitación ahí adentro porque no podemos llamar rehabilitar a que te dejen sin comer, a que te dejen sin luz, sin agua y no te den otra opción que querer pertenecer a las bandas que están allá adentro porque es la única opción que tienes para sobrevivir. No es rehabilitarte si no te dan acceso a una educación o a coger un curso en el que tú después puedas poner en práctica cuando sales de la cárcel.

Con todos los amotinamientos, no hay cursos. No se puede pedir un régimen abierto porque te exigen que tengas los cursos. Nadie quiere entrar.

Las familias desesperadas han tratado de agilizar los trámites para las prelibertades de sus internos, pero no tienen ayuda de defensores públicos ni avanzan los trámites.

Mi esposo ha logrado sobrevivir por los depósitos que nos pide. No podemos fallar un día porque ya lo vivimos. Una vez no lo hicimos a tiempo, le pegaron y lo mandaron a ‘cuarentena’. La policía también los pega cuando entran a la requisa, pero nunca golpean ni al líder ni el caporal, a ellos no los tocan.

Fuente: PlanV


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