Dr. Hugo Lucero L.
Por: Dr. Hugo Lucero L.

Todos nos encontramos confundidos, y seguimos confundiéndonos merced a situaciones y acciones confusas que se nos presentan a diario con poca o ninguna posibilidad de salir de este atolladero que nos ensaya el nuevo orden mundial o llamada eufemísticamente la “nueva normalidad”.

Confusión que llega a su clímax con la aparición de la pandemia, que genera innumerables informaciones que suscitan en la mayoría de personas más confusiones. Pero, también estamos desconcertados y confundidos por los pensamientos, acciones y omisiones de gobernantes del mundo, sobre todo de países pobres y desprevenidos como el nuestro en donde se ha perdido el liderazgo y se ha manifestado la debilidad de un mandatario que cuenta desesperado los días para abandonar la barca.

En este escenario, se presenta en nuestro Ecuador una tragicomedia que nos tiene más confundidos que nunca, más incrédulos que Santo Tomas y más turbados que los chinos en comienzo de pandemia.  Se inicia el período electoral y la danza de los políticos y politiqueros en busca del poder, engañando y vendiendo mentiras en función de evadir o dilatar la justicia.

Todos quieren ser candidatos, todos saludan y abrazan a los ingenuos potenciales votos, todos se creen los “redentores del pueblo ecuatoriano”. Esta vorágine de candidaturas nos tiene ahora más que nunca confundidos. Es que muchos de los de ayer y hoy prófugos de la justicia, procesados, con grilletes y hasta PPL, se presentan como candidatos proclamadores de la anti-corrupción, en favor disqué de los más caros intereses de las mayorías.  Que ironías y paradojas que se da en este país de confundidos, en donde no aparece la gente honesta que clama por un cambio en tiempos de pandemia viral y de epidemia de corruptos.

Ante esta confusión y realidad lúgubre, esperemos que al menos aparezca la vacuna para aniquilar la corrupción, la sinvergüencería, la impunidad y sobre todo la desvergüenza de muchos personajes que quieren seguir siendo candidatos y por ende aniquiladores hasta de la esperanza del sufrido pueblo ecuatoriano. Y, no nos olvidemos que en lo local muchos estarán prestos para subir a la “camioneta oportunista”. ¡Dios nos libre!

Hugo Lucero Luzuriaga

 

 

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