El temor al contagio de coronavirus se ha extendido a todos los sectores y ámbitos del día a día de la población. El perjuicio del virus es tal que puede ocasionar la muerte y, a partir de los cadáveres, las autoridades y ciudadanos temían contagios. En Ecuador, por ejemplo, la primera medida para los cuerpos de los fallecidos fue la cremación obligatoria. Sin embargo, el número de decesos aumentó por lo que los crematorios se saturaron y se optó por el entierro.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) aclaró que, siempre y cuando se tengan los cuidados necesarios y se practiquen los manejos correctos, no hay motivo para temer contagio de COVID-19. “Salvo en casos de las fiebres hemorrágicas (como el ébola o la fiebre hemorrágica de Marburgo) y del cólera, los cadáveres no suelen ser infecciosos”, señaló la OMS a una guía solicitada por la BBC Mundo y añadió, “Solo pueden serlo los pulmones de los pacientes con gripe pandémica si se manipulan de manera incorrecta durante una autopsia. De otro modo, los cadáveres no transmiten enfermedades“.

A pesar de eso, no se lo puede relacionar con una muerte del virus per sé debido a que éste se puede mantener vivo en los pulmones cuando se trata de enfermedades respiratorias agudas. Los familiares y de un fallecido por COVID-19 deben esperar a que personal capacitado y con protección adecuada preparen el cadáver para su entierro o incineración.

Incluso, la OMS no descarta la realización de funerales, pero enfatiza los cuidados que debe tener. Por ejemplo, no tocar ni besar el cadáver, así como también debe haber constante higiene de las manos de las personas que asistan. Del igual manera, el distanciamiento físico entre los asistentes debe mantenerse y debe evitar que acudan mayores de 60 años, por precaución.

Con respecto a la incineración, el órgano rector de la salud mundial lo deja a elección de los familiares y señala que no es cierto que se debe incinerar a un cuerpo por muerte de una enfermedad transmisible. “La incineración es una cuestión de elección cultural y de disponibilidad de recursos”, acota. Resalta la importancia de protección especial en un entierro (como el uso de guantes y lavado de manos abundante) a las personas que colocan el cadáver en un ataúd y posteriormente bóveda.

Tampoco es necesario quemar o botar las pertenencias del fallecido, pero se deben tener precauciones como la manipulación con guantes y el lavado con detergente, así como la desinfección de objetos con alcohol.

Fuente: VISTAZO

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