Un 60 por ciento de los miembros de las bandas criminales en Ecuador serían menores de edad. Miles de niños y adolescentes han encontrado en el camino del crimen lo que el Estado y la sociedad han dejado de proporcionarles.

“Ante la ausencia de educación que debe proveer el Estado, hay escuelas de sicarios; ante la ausencia de justicia, ellos son la ley y el orden; ante la falta de vivienda y empleo, ellos ofrecen ‘trabajo’; ante la falta de servicios básicos, ellos controlan todo…”. Esta realidad la explica Katherine Herrera, consultora política en Seguridad Pública y del Estado, quien acaba de lanzar un estudio titulado “Doble criminalización en cantones de ‘alta peligrosidad’ en Ecuador: un análisis in situ”.

No se puede saber cuántos menores están dentro de las bandas. Cuando Daniel Noboa declaró el “conflicto armado interno” y señaló a 22 grupos criminales como terroristas, dijo que habría unas 20 mil personas conformando estas bandas, aunque cálculos de otros expertos hablan de 40 o 50 mil personas.

Lo único cierto es que, ante una vida de carencias e incertidumbre, el crimen se presenta como una opción: les regalan ropa, dinero, motocicletas, cadenas de oro y hasta viviendas. Entre los 13 y 16 años, pueden recibir de 2,000 a 4,000 dólares trimestrales. Eso es más de lo que gana un profesor o un médico al iniciar su carrera.

¿Qué se puede hacer en un país como Ecuador, ahora uno de los más peligrosos del mundo, pero donde los políticos están más preocupados por sus intereses y vanidad? ¿Algún día importarán los niños o dejaremos que sigan creciendo bajo el adoctrinamiento criminal? Acompáñanos en este nuevo episodio de Vistazo en formato podcast.

Fuente: Vistazo

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