Aunque no haya amotinamientos ni masacres,  los presos siguen dando órdenes, desde las cárceles, para intimidar y asesinar a gente en el exterior. La militarización es una medida parche que se desgasta, según especialistas.

En menos de un mes, este 2024, cuatro funcionarios del Servicio Nacional de Atención Integral a Personas Adultas Privadas de la Libertad y a Adolescentes Infractores (SNAI) han sido asesinados (ver recuadro), a eso se suma el intento de sicariato de una funcionaria administrativa, el 19 de septiembre de 2024, en Quito.

Los hechos ocurren mientras las cárceles ecuatorianas viven una relativa calma en la que, si bien no hay amotinamientos, “ha quedado claro que los presos aún tienen control”, dice el agente penitenciario Sebastián O., quien renunció a mediados de 2024 tras recibir amenazas.

El agente señala que ya sea por complicidad o por amenazas “los miembros de bandas consiguen ingresar celulares, drogas y dinero (…) lo suficiente para seguir dando órdenes al exterior. Sí, los militares tienen más mano dura, pero el poder dentro de la cárcel es silencioso y es de los que son de las bandas criminales, si ellos te dicen que te van a matar si no haces algo, todos sabemos que no están jugando”.

¿Cómo saber que los presos siguen dando órdenes pese a la militarización?

André Fonseca, máster en seguridad pública, dice que la primera línea investigativa, cuando un funcionario de cárceles sufre un atentado, es la prisión en la que laboraba o los casos más conflictivos que ha llevado. Eso si previamente no ha sufrido amenazas, “que es muy probable que todos en el sistema penitenciario las tengan”.

Y es que ni la “máxima seguridad” de la cárcel de La Roca ha evitado que los presos sigan dando órdenes. Un ejemplo es el de Julio Alberto Martínez, alias ‘Negro Tulio’, quien desde esa prisión lideraba los atentados (extorsiones, sicariatos) en Durán, como líder de los Chonekillers.

Es por eso que –aunque los casos registrados este septiembre de 2024 sigan en investigación previa– se puede presumir que son órdenes que salen desde los centros de privación de libertad.

En el caso de la funcionaria del SNAI, quien recibió un impacto de bala en el cuello, cuando iba junto a su esposo al trabajo, a quien también hirieron con dos balas en el tórax, la Policía no detalló quiénes serían los responsables, pero sí precisó que la mujer llevaba casos judiciales delicados. Según información extraoficial, la servidora pública hacía revisiones de las carpetas jurídicas que deben ser aprobadas para que los presos obtengan beneficios penitenciarios como la prelibertad.

Siguen ingresando objetos prohibidos a las cárceles

Desde el departamento de comunicación de las Fuerzas Armadas se detalló que “los objetos que se van encontrando son aquellos que durante varios años han sido enterrados y ahora vamos encontrando”.

Sin embargo, la institución militar agrega que existe el ingreso de estos objetos “por los economatos que el SNAI autorizó se vuelvan abrir “cuando F.F.A.A presentó sus objeciones sobre esto” y también “por el control minimizado que se da en los CRS (cárceles) por las personas que están a cargo y que involucran a miembros del bloque de seguridad”.

La militarización en cárceles, una medida que empieza a caducar

La académica y doctora especializada en seguridad, Lorena Piedra, conversó en exclusiva con LA HORA sobre la situación de los centros penitenciarios y la presencia permanente de efectivos de las Fuerzas Armadas en estos centros, situación que habría permitido mantener bajo control la inseguridad, pero que dentro de sus costos comienza a observarse la contaminación de algunos elementos de las fuerzas de seguridad del Estado.

En este sentido, Piedra indicó que es necesario entender que la implicación de las Fuerzas Armadas en este tipo de situaciones debe ser “excepcional” y no parte de su tarea del día a día.

Piedra señaló que dentro de los centros de privación de libertad, el riesgo de contaminación “sube exponencialmente” porque quienes ejercen el control se acercan a temas que tocan directamente a las estructuras de la delincuencia organizada y “eso se está dando”. (DLH)

Fuente: La Hora

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