La pandemia no solo trajo efectos directos en la salud de la población o en la economía. El covid-19 también generó repercusiones en las administraciones gubernamentales, principalmente de América Latina y el Caribe.
El reciente informe de Latinobarómetro, un estudio que analiza el clima político y la democracia en la región, advierte que la crisis sanitaria afianzó los bajos niveles de apoyo a la democracia y el desencanto con los gobiernos, que ya mostraba la mayor parte de los ciudadanos latinoamericanos antes de la pandemia.
De acuerdo con el sondeo, realizado en 18 países, el apoyo a los regímenes democráticos tuvo un máximo del 63% en 2010, tras lo cual empezó una década de descenso hasta llegar a 49% de aprobación en 2020.
Los países con mayores niveles de apoyo a la democracia son Uruguay (74%), Costa Rica (67%) y Chile (60%), mientras que los que menos la secundan son Panamá (35%), Ecuador (33%) y Honduras (30%).
Entre los principales puntos débiles se destacan la percepción de que se gobierna para una minoría, la desigual distribución de la riqueza y las diferencias en el acceso a los servicios de justicia, educación y salud.
De allí que el estudio advierte la posibilidad de que durante la presente década se incrementen las protestas, precisamente de esos grupos que demandan un mejor acceso a servicios y de eso pueden aprovecharse gobiernos populistas en la región.
La crisis sanitaria ha obligado a los países a buscar la implementación de medidas que les permitan atenuar las afectaciones económicas. El FMI solicita a los gobiernos que realicen planes fiscales, para reducir deudas generadas durante la pandemia.
El FMI recomienda que los países se planteen metas fiscales para tres o cinco años, con políticas específicas, como un aumento de los impuestos o el incremento de la edad para obtener beneficios de jubilación.
Sin embargo, en la realidad regional esas medidas tienen serias dificultades de aplicación. De allí que los gobiernos tienen la gran responsabilidad de delinear cuidadosamente sus planes de trabajo pospandemia.
Fuente: El Comercio
