Inspiración del poeta gironense Daniel Pinos Guaricela, publicado en su libro “Tierra Irredenta” en febrero de 1961.

Noche de paz

Nochebuena:

arbolitos luminosos

en la vitrinas de la ciudad;

árboles tétricos,

mustios,

olvidados en el campo.

Un niño rico, en el bullicio, juega con oropeles.

Un niño pobre, acá,

mira solamente,

calla o llora su abandono.

Acá, el niño de la panadera, enfermo.

Allá, el hijo del labriego

tiene frío

y muere, simplemente.

Acá, un cortejo de sombras

del amargo pan que se aleja.

Esto,

sólo esto,

es la Nochebuena del mundo…

II

Unos andamos, como siempre, por los mismos caminos,

notamos

un mismo amanecer, una o una sombra igual,

pensando,

que

en un rincón cualquiera del medio día,

necesitamos

un “Papá Noel”,

tal vez notando,

que no hiere una astilla de la Cruz Nazarena

en cualquier camino,

que es insoportable el erial

y que,

la canícula hunde sus espaldas en nuestras cabezas

y así,

pensando

o sin pensarlo

sentir

que

aquello,

es el beso de Dios

a la tierra irredenta.

III

Una Navidad,

una Nochebuena

puede ser

la tuberculosa que pide limosna en la calle,

el labriego cansado que no piensa ni siente nada,

un borracho dormido en la acera,

un niño que llora porque tiene hambre

o una mujer jugando en el pantano.

IV

Un Nochebuena o Navidad

puede ser lo mismo:

los harapos de la injusticia humana

o el oro mal adquirido

en manos del avaro.

La felicidad de los unos

o el llanto de los otros.

Los primeros, pocos

y los Otros, muchos.

¡Ah!

Qué muchos son los llamados,

pero

qué pocos los escogidos.

V

“Hoy es Nochebuena

y mañana Navidad” .

Esto

nos hace recordar

que en el mundo

nació

y murió pobre

un Hombre Bueno.

 

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