Este incidente refleja una falta grave de comprensión de los límites de la tolerancia y la ética en el ámbito político.

Usar lenguaje procaz en la Asamblea Nacional es inaceptable y merece censura unánime. Tal conducta, que incluye términos insolentes, indecentes y obscenos, atenta contra la dignidad parlamentaria y las normas éticas fundamentales. Este comportamiento no solo deshonra al recinto legislativo, sino que también demuestra una alarmante falta de profesionalismo y respeto por las reglas de conducta pública.

La reciente interpelación, cuando la ministra de Gobierno fue irrespetuosamente insultada por la asambleísta Mónica Palacios, subraya la urgencia de mantener el decoro. Este incidente refleja una falta grave de comprensión de los límites de la tolerancia y la ética en el ámbito político.

La acción correctiva, como la destitución por la Comisión de Ética, se justifica plenamente. Es esencial reforzar la importancia del respeto mutuo y la integridad en la Asamblea para preservar su credibilidad y el respeto ciudadano. La sociedad exige y merece representantes que sean ejemplo de dignidad y profesionalismo. (O)

Fuente: El Universo

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