La “Fabrica de colas”, de acuerdo con los datos proporcionados por su propietario don Germán Ordoñez Quezada, labora en el período comprendido entre 1965 y 1975 y funcionaba inicialmente en la calle García Moreno y Sández, pasando luego a la calle Tres de Noviembre y Eloy Alfaro.

Para la elaboración de las colas, se necesitaban los siguientes ingredientes y materiales: agua, azúcar, esencia de vainilla, ácido cítrico, claras de huevo, anhídrido carbónico (gas), colorantes, saborizantes naturales, cernidor y filtro, botellas medianas, etiquetas, tapas, etc,  los mismos que se compraban  en la ciudad de Cuenca.

El proceso se lo hacía en forma artesanal y con la utilización de utensilios de fácil manejo, observando medidas de higiene como guantes, botas, mandil, mascarilla y gorro. Primeramente en un tanque construido de ladrillo y cemento se colocaban las botellas con agua jabonosa y con una brocha se limpiaba su interior, y se las colocaba en las jabas para su secado. Aparte, en un fogón de leña, en un tanque de material antioxidante se preparaba el jarabe que consistía  en poner veinte galones de agua con veinticinco libras de azúcar removiendo constantemente con un cucharón de madera hasta que hierva durante 45 minutos, colocándose cuatro  claras de huevo que servían para recoger las impurezas (cachaza) dejando luego que se enfríe totalmente, añadiendo al jarabe el ácido cítrico, colorante, saborizante natural, la esencia de vainilla, y con la ayuda del pesa jarabe se medía su acidez (PH).

Una vez listo el jarabe se colocaba 30 cc en cada botella para posteriormente  llevar  a la máquina de elaboración  y envasado. Con una manivela se daba el batido de la bomba para mezclar al agua potable filtrado con  el gas  procediéndose al envasado.

Terminado el envasado y cierre de cada botella se limpiaba su exterior, se pegaba la etiqueta “KOLA IMPERIAL” ubicándolas en cada jaba de madera quedando listo el producto para el consumo popular. El precio era de tres reales cada unidad.

Con  un carro de madera y al hombro se repartía en los negocios pequeños  entre ellos de los señores: Rosa Campoverde, César Pinos, Carlos Flor, Manuel Ordoñez, Rafael Espinoza, Miguel Ordóñez (fallecidos) etc; también  se vendía por unidades. A lomo de caballo la cola iba hacia San Fernando, San Gerardo, y las demás comunidades de Girón.

Se producían veinte jabas de veinticuatro unidades por semana y, anteriormente, la máquina era de propiedad del señor Miguel Bravo. Con la llegada de la distribución de gaseosas industriales que hoy conocemos se dejó  de producir  la  “KOLA IMPERIAL”, por la disminución en sus ventas que la convertía en actividad no rentable.

La cola era muy apetecida por sus consumidores por su sabor,  su bajo precio e higiénica elaboración. Se la disfrutaba en familia especialmente los días domingos.

A la KOLA IMPERIAL  se la conocía popularmente como  “COLA ROSADA”.

He esbozado esta pequeña relación como una añoranza de los hechos y costumbres gironenses de antaño. Terminaré indicando, sin embargo, que antes de la producción de esta cola, existieron en Girón otras fábricas artesanales como la del señor N. Moscoso, don Cristóbal Abril y Miguel Bravo  que operaban con similares características.

Por Agr. Jorge Ordóñez Quezada.

Artículo tomado de la Revista Girón 360º, tercera edición de junio del 2016.

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