S.O.S., letras asociadas a la frase en inglés “Save Our Solus” que traducida significa “Salven Nuestras Almas”, que lo asociamos a una pandemia que desafortunadamente está presente, pero no lo queremos visibilizar: el ALCOHOLISMO, una enfermedad que avanza a pasos agigantados sin que conmueva a la humanidad. En nuestro país y específicamente en nuestro medio como Girón y Santa Isabel, el alcoholismo en adolescentes y jóvenes es preocupante y como que pasa desapercibido ante la pasividad sobre todo de los padres de familia y el quemeimportismo de otras familias, vecinos y hasta amigos que quedaron con la tutela de los hijos de los migrantes. 

Llama la atención en nuestro medio que las “garras del alcoholismo” no distinguen género, por ello no es muy infrecuente observar mujeres adolescentes y jóvenes dejándose atrapar por un mal que casi siempre termina con el ser humano, pero luego de deshonrarles.  A más del daño en lo físico, el alcohol induce indirectamente a la generación de embarazos en adolescentes, padres jóvenes sin oficio ni beneficio, deserción estudiantil, y cuanto más con la preocupación que conlleva a la búsqueda de la migración ilegal con las insospechadas consecuencias.

Paradójicamente en nuestro medio la ingesta de alcohol se lo asocia con la “integración” de los hijos a la sociedad, además de que, se adiciona en no pocos casos el mal ejemplo de progenitores y afines, ante la creencia que el alcohol da mejores relaciones sociales. Lo llamativo es que se aconseja con las palabras, pero no con el ejemplo.

En nuestra cultura se acepta como algo natural la ingesta de alcohol, al catalogar como “normal” que en todo acontecimiento social se consuma alcohol, de lo contrario no hay fiesta, sepelio, inauguración y más. Lo descrito, no es novedad, pero sí llama la atención y de manera preocupante que cada vez se incrementan “noticias” en redes sociales donde se observan niños y adolescentes bajo los efectos del alcohol e incluso con uniformes de colegios.

Sin que sea justificación, pero sí un factor importante y a veces determinante para este problema, es la triste y frustrante situación de muchos jóvenes desocupados, negados por la universidad y hasta profesionales universitarios sin trabajo y arrinconados por una sociedad que no los protege.

Un S.O.S. desde hace rato, acotando que es necesario “un tirón de orejas” a los padres de familias, a sabiendas que: “EL ALCOHOL MATA MÁS GENTE QUE LAS GUERRAS Y LA PESTE (COVID-19), PERO LOS MATA PRIMERO DESHONRÁNDOLAS”

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