Ahora se cuentan por centenas de miles en pocos meses. Los viajes de pequeños grupos se convirtieron en gigantescas caravanas de más de 7.000 personas y cada vez son más frecuentes. Mientras una llega al borde que separa México de EE.UU., otra se está formando en la frontera hondureña o más al sur, en Panamá.

Ocurre algo inédito, inusual. Llegan desde lugares tan distantes como China o Bangladés, en el Asia; de Afganistán o Pakistán, en Medio Oriente; de Eritrea o del Congo, en África; de Cuba o Haití, en el Caribe.

Zonas fronterizas de México como Tijuana están colapsadas por la masiva llegada de migrantes y los arrestos llegan al nivel más alto en siete años.

Cada mes se rompen récords de detenciones. En mayo pasado, más de 144.000 migrantes, en su mayoría de Centroamérica, fueron detenidos en la frontera con México, un 32% más que abril. Del total de detenidos, 57.718 eran niños.

Mientras, el ritmo de llegada de migrantes asciende a 677.000 desde octubre pasado y es el más alto desde 2006, según cifras oficiales estadounidenses. Solo entre enero y marzo más de 300.000 personas, en su mayoría familias y hombres solteros, cruzaron clandestinamente el territorio mexicano.

Las cifras son históricas. Según organizaciones civiles y autoridades, antes, el promedio anual de personas en tránsito era de entre 150.000 y 400.000, registra bbcmundo.com.

México estima que el éxodo de migrantes en tránsito podría llegar a los 800.000 este año.

El gobierno estadounidense de Donald Trump aumentó la presión a su par mexicano, Andrés Manuel López Obrador, y le exigió más eficiencia en la contención de la marea humana. Incluso amenazó que si no detiene la ola migratoria, iba a aplicar aranceles a las importaciones mexicanas comenzado con el 5% desde el 10 de junio y aumentando cada mes hasta llegar al 25%.

Sin embargo, el Gobierno mexicano, que ha tenido una agitada semana, logró la noche del viernes alcanzar un acuerdo con el gobierno de EE.UU. para evitar que se ejecuten los aranceles. Ahora deberá blindar su frontera con Guatemala y aceptar que las personas que soliciten asilo a EE.UU. sean regresadas a México mientras se resuelve su trámite.

En tanto, en ambos lados de la frontera las autoridades se muestran impotentes.

“Estamos en una emergencia absoluta. El sistema está roto”, dice del lado estadounidense el comisionado interino de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza, John Sanders.

El funcionario cuenta que no ha habido respiro en los puntos de cruce limítrofes en los primeros días de junio, y que la Patrulla Fronteriza tiene casi 19.000 migrantes bajo custodia. Los migrantes están llegando más en grupos grandes que solos. El 29 de mayo fue detenido uno de 1.036 personas en El Paso, Texas.

Para subrayar el alcance de la crisis, los funcionarios dijeron que ciudadanos de otras nacionalidades de todo el mundo también se suman a las caravanas. Un solo grupo de 117 personas de África subsahariana, entre ellos de Angola y de Camerún, fueron detenidos en Del Rio, Texas, la semana pasada.

Trump ha pedido $ 4.500 millones para atender el flujo de migrantes, pero el Congreso todavía no lo ha aprobado.

Miles de kilómetros

A fines de mayo pasado, en la frontera de Panamá con Colombia más de 1.500 migrantes, entre ellos 250 niños, atravesaban la selva del Darién, uno de los tramos más peligrosos en su trayecto hacia EE.UU., donde abundan narcotraficantes y mafias criminales.

Hasta aquí llegan desde Colombia, en donde se van sumando migrantes procedentes de los puntos más diversos del planeta. La mayoría son Cubanos o haitianos y otros llegan de India, Sri Lanka, Afganistán, Angola, Etiopía, Camerún o Nigeria, que tras haber viajado miles de kilómetros, inician otro largo recorrido hacia EE.UU., en busca de asilo, desde Venezuela o Brasil, pasando por Perú o Ecuador.

Durante los primeros cuatro meses del 2019 por la ruta selvática han pasado 7.724 adultos, el triple que hace un año, y 1.141 menores de edad, el doble que en el mismo periodo del 2018.

Además de los peligros en la ruta, las caravanas se enfrentan a un futuro incierto por los controles migratorios más rigurosos en la frontera de Guatemala, adonde México ha ordenado el despliegue de 6.000 militares para frenar su paso. (I)

Fuente: El Universo 

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