El 6 de marzo de 1845, se escribe una nueva página en la historia de Ecuador, con la denominada Revolución Marcista, llamada también Nacionalista. Esta se caracterizó por la reacción que tuvo el pueblo guayaquileño contra los atropellos y abusos del entonces presidente de Ecuador, el Gral. Juan José Flores, quien por medio de la “Carta de Esclavitud” de 1843 gobernaba al país con facultades casi dictatoriales y con la posibilidad de perennizarse en el Poder de manera indefinida.

Juan José Flores, primer presidente de Ecuador
Juan José Flores, primer presidente de Ecuador

La Guía 2000, señala que en 1839, asumió nuevamente como presidente el venezolano Juan José Flores, uno de los líderes del proceso de la independencia, como sucesor de Vicente Rocafuerte. Su mandato era por 4 años, pero se declaró Jefe Supremo, reuniendo una Convención Constituyente, en Quito, por la cual se aprobó un texto constitucional que establecía la reunión del poder legislativo cada cuatro años.

Los diputados durarían en sus funciones ocho años, igual que el Presidente, siendo de doce años el período de los que ocuparan bancas en el Senado. Los ciudadanos de otros estados colombianos, casados con ecuatoriana y que tuviesen una propiedad de 30 mil pesos, serían considerados ecuatorianos, condiciones que casualmente reunía el jefe de estado, Flores. El presidente nombraba a los jueces, militares y autoridades eclesiásticas, y la libertad de imprenta se reducía a la mínima expresión. Permitía sí, la libertad de cultos, y alejaba a los miembros de la iglesia de cargos políticos. Esta Constitución fue denominada “Carta de Esclavitud”.

Primera gran crisis económica que lleva a la Revolución

En esa época el Ecuador empezó a vivir su primera gran crisis económica, “debido a errores en la determinación del valor intrínseco de la moneda, que produjo una invasión de signos monetarios de baja ley, provenientes de países vecinos y la fuga de los nacionales de mayor valor intrínseco”, según detalla la edición de El Telégrafo, del 5 de marzo de 1993. Esto conllevó aún más a agravar la situación.

Esta “revolución” fue también el rechazo al militarismo extranjero que ejercía su poder e influencia en todo el territorio ecuatoriano; pues de los quince generales que tenía la República, sólo tres eran ecuatorianos.

juanotamendi
Gral. Juan Otamendi Anangonó

En ese entonces el gobierno decretó el cobro de un impuesto de 3 pesos y medio a todo varón comprendido entre los veintidós y cincuenta y cinco años de edad, lo que desató la furia ciudadana, sumándose a esto una fuerte oposición a su gobierno que venía sintiéndose ya en las principales ciudades del país, obligándolo a actuar con mano dura para reprimir los intentos revolucionarios, misión de la que se encargaba el bravo Gral. Otamendi, según registran en la web Enciclopedia del Ecuador.

El 6 de marzo de 1845 estalló el movimiento revolucionario

En la obra Bosquejo Histórico de la República de Ecuador, p. 335, el historiador Xavier Aguirre Abad, describe: “El 5 de marzo de 1845 por la noche se reunió Ayarza con el General Elizalde y cinco o seis jefes de los antiguos chiguaguas, que creyeron llegada la ocasión de hacer revivir la causa que habían sostenido desde 1833 a 1835. Ayarza, dejando apostados a sus compañeros en un solar vecino, entró al cuartel de artillería, se apoderó de la guardia de acuerdo con el oficial que la mandaba, arrestó al comandante Barceló que le había reemplazado, se puso a la cabeza de la tropa e hizo entrar a los demás conjurados… Enseguida mandó Elizalde llamar a otros comprometidos y puso en libertad y armó a los presos de la cárcel que estaba contigua”.

Según Efrén Avilés Pino, el 6 de marzo de 1845 estalló en Guayaquil un movimiento revolucionario de características cívicas sin igual. Bajo la conducción militar de los generales Antonio Elizalde y Fernando Ayarza, la juventud guayaquileña se levantó en armas y se tomó el Cuartel de Artillería, defendido valerosamente por el Gral. Tomás Carlos Wrigth. Ese mismo día, el gobernador Manuel Espantoso renunció a sus funciones y convocó en la Casa Consistorial a una Asamblea Popular que estuvo dirigida por José Joaquín Olmedo y Pablo Merino, la misma que, luego de conocer y analizar las denuncias en contra del gobierno floreano, lo desconoció y redactó un documento que fue llamado “Pronunciamiento Popular de Guayaquil”.

Revolución Marcista
Revolución Marcista

En el sitio Laminas Escolares, aluden que de inmediato las huestes revolucionarias entablaron fuego en proporciones; los luchadores revolucionarios llamados MARCISTAS, mantuvieron una larga y dura pelea como encarnizada lucha con los partidarios del gobierno de Flores, hasta ver coronadas sus aspiraciones con la conquista de la victoria al lado de los marcistas.

Termina de la dominación extranjera

Los hechos posteriores a esta Revolución quedaron comprendidos en un Acta celebrada entre las dos partes o bandos combatientes; entre otras cosas se declaraba en ella, el desconocimiento de la autoridad del presidente Juan José Flores. Todos los actos, leyes y decretos posteriores al día de terminación del mando de Flores, quedaban sin ningún valor. Así terminaron los 15 años de dominación extranjera en el Ecuador, por el ejercicio del mando del venezolano Juan José Flores.

José Joaquín Olmedo, Vicente Ramón Roca y Diego Noboa.
José Joaquín Olmedo, Vicente Ramón Roca y Diego Noboa.

La Enciclopedia del Ecuador, destaca que el fervor cívico de los guayaquileños estalló en una formidable insurrección popular, y el Cabildo y el pueblo entero desconocieron al gobierno del Gral. Flores y nombraron un Gobierno Provisional integrado por los más destacados y eminentes ciudadanos de la época: José Joaquín Olmedo, Vicente Ramón Roca y Diego Noboa: tres guayaquileños en representación de los antiguos departamentos de Quito, Guayaquil y Cuenca, respectivamente, y que debían gobernar hasta la instauración de una nueva Convención Nacional, destinada a reorganizar la República.

El Gobierno Provisorio nombró entonces al Gral. Antonio Elizalde como General en Jefe del Ejército y, bajo la inspiración de Olmedo impuso los nuevos símbolos patrios -escudo y bandera- con los colores celeste y blanco de Guayaquil.

La primera diligencia que cumplió la Junta de Gobierno fue la de propagar el movimiento revolucionario por todo el litoral, para luego continuar hacia la sierra.

Ante estas circunstancias, el Gral. Flores encargó al Gral. Otamendi la misión de acabar con la revuelta, pero el pueblo de Guayaquil, lleno de civismo y contagiado de eufórica valentía, acudió presuroso a los cuarteles a pedir armas para participar en la lucha y formó filas con oficiales, soldados y personalidades notables de la ciudad, que plegaban patrióticamente a la revolución.

Otamendi y sus fuerzas lograron llegar hasta Babahoyo, y para impedir el avance de los revolucionarios se fortalecieron en la hacienda “La Elvira” -propiedad del Gral. Flores- donde el 3 de mayo fueron atacados por las fuerzas guayaquileñas que, al mando del Gral. Antonio Elizalde, sitiaron por tierra y agua a los gobiernistas atrincherados en ella.
El 9 de mayo, el propio Gral. Flores llegó también a “La Elvira” para ofrecer –al día siguiente- una furiosa y valerosa resistencia.

Ya para entonces el Gral. Illingworth se había sumado con sus hombres a los revolucionarios, enviando además varias comisiones para lograr la adhesión de los pueblos del interior, que finalmente -comprendiendo el sacrificio de Guayaquil- se identificaron con la revolución. Primero se sublevó Alausí, y luego Loja, Cuenca, Cayambe, Tabacundo, Machachi... Se cortaron las comunicaciones de Flores con Quito… Por todas partes estallaron motines.

El Tratado de la Virginia

El 16 de mayo, Urbina -ascendido ya a General- salió de Portoviejo al mando de la II División del Ejército compuesta por 1.200 hombres escogidos, haciendo su entrada triunfal en Guayaquil el 27 del mismo mes. Su presencia en Guayaquil decidió el destino militar de la guerra civil.

La Hacienda de José Joaquín Olmedo, restaurada.
La Hacienda de José Joaquín Olmedo, restaurada.

Entonces las fuerzas revolucionarias fueron puestas bajo el mando del Gral. Ayarza, quien aplicó toda su experiencia militar -adquirida durante las luchas por la independencia- para lograr al fin, luego de bravos combates, la capitulación de las fuerzas gobiernistas. Antes de firmar la rendición, el Gral. Flores exigió que se firme también un tratado por medio del cual se brinden amplias garantías para él y todos sus seguidores.

Se firmó entonces, en la hacienda de Olmedo, en Babahoyo, el llamado “Tratado de La Virginia”, con el que se puso fin a la dominación floreana y se dio inicio al período “Marcista”.

Fuente: hazteverecuador.com

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