El 5% de la población adulta en el mundo padece depresión. La Organización Mundial de la Salud (OMS) califica a este trastorno mental como común, por su elevada incidencia. Y es, además, una de las principales causas de discapacidad a escala global.

Cada 13 de enero se recuerda el Día Mundial de la Lucha contra la Depresión. Esta es una estrategia para hablar abiertamente de la enfermedad, prestar atención a sus signos de alarma, impulsar la atención especializada y promover la prevención.

El impacto de la depresión aumentó con la pandemia del covid-19. El Informe Mundial de Salud Mental de la OMS revela que su incidencia, junto con la ansiedad, se incrementó en más de un 25% solo en el primer año de la emergencia sanitaria.

Se calcula que 1 000 millones de personas en el mundo padecen algún tipo de enfermedad mental. Para detener este acelerado avance, el organismo sugiere a los Estados invertir más en la atención de pacientes y establecer programas de prevención.

El Atlas de la Salud Mundial de la OMS informó que en 2020 los gobiernos a escala global destinaron poco más del 2% de sus presupuestos generales de salud para la salud mental. Mientras que los países de bajos ingresos tienen menos de un profesional de salud mental por cada 100 000 personas.

El rostro de la depresión

La depresión va más allá de un momento de tristezaPablo Jiménez, presidente de la Sociedad Ecuatoriana de Psiquiatría – Núcleo Pichincha, aclara que la tristeza es una sensación de vacío por una necesidad no cubierta.

Eso es algo normal en los seres humanos, experimentar esa emoción transitoria ante la falta de estar completos en algún aspecto. “Pero en la depresión esta emoción se amplifica, se sobredimensiona respecto de un estímulo que puede haber alrededor nuestro”.

Por eso, algunos de sus signos de alarma son evidentes:

  • Decaimiento que puede prolongarse por tres o cuatro semanas.
  • Falta de energía; mucho sueño durante el día y dificultad para conciliar el sueño en las noches.
  • Pensamientos negativos.
  • Disminución del apetito.
  • Sensación de desagrado e inconformidad.
  • Los jóvenes pueden experimentar irritabilidad, debido a que a su edad no manejan del todo sus emociones.
  • Anhedonia o pérdida de gusto por las actividades que antes resultaban placenteras.
  • Pérdida de concentración o la capacidad de atender de modo prolongado.
  • Pérdida de memoria, que suele confundirse con otras patologías.

La depresión tiene intensidades. Puede mostrarse de modo leve, por lo general indetectable. Cuando es moderada, hay una afectación en el desempeño y la funcionalidad diaria. Pero también puede ser muy grave e incapacitar el funcionamiento cotidiano.

El riesgo del autodiagnóstico de la depresión

No existe un test o un ‘check list’ para detectar la depresión. El psicólogo Gino Escobar aclara que solo una evaluación profesional puede identificar un cuadro depresivo y dar con el mejor tratamiento.

Sin embargo, explica que hay claras señales de alarma. Primero hay que fijarse en el contexto, los conflictos que pueden generar un desbalance emocional como una separación familiar, situaciones de maltrato, abuso sexual…

“Hay que analizar si la persona sufrió algún cambio y empezar una etapa de exploración familiar”, recomienda el coordinador de la Unidad de Salud Emocional del Municipio de Guayaquil.

Si una persona no sale de su habitación durante una semana, no se ducha o huye de las actividades grupales que antes eran cotidianas, es claro que necesita ayuda. Escobar aconseja hacer un análisis dentro de la familia para determinar si es posible darle contención dentro del hogar o si resulta urgente buscar ayuda especializada.

Puede convertirse en un problema de salud serio, especialmente cuando es recurrente y de intensidad moderada a grave. Puede causar gran sufrimiento a la persona afectada y alterar sus actividades laborales, escolares y familiares”.Organización Mundial de la Salud

El peor escenario de este trastorno es que puede conducir al suicidio. Según la OMS, cada año se suicidan alrededor de 700 000 personas.

“La depresión es parte de las enfermedades psicosociales en las que la sociedad construye una aparente normalidad, pero también genera niveles altos de estrés. Las personas que no se adaptan, de acuerdo a lo que exige la demanda social, serán proclives a vivir este tipo de trastorno”

Gino Escobar
Coordinador de la Unidad de Salud Emocional del Municipio de Guayaquil

Fuente: El Comercio

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