Si bien el ecuatoriano ha migrado históricamente por razones económicas, hoy se suma la ola de violencia y las extorsiones de las bandas criminales, que están acabando con los negocios y patrimonio de la gente. Pareciera que ahora en Ecuador hay más posibilidades de ser víctima de la violencia que tener éxito en algún emprendimiento. Y es que las extorsiones aumentaron un 346 por ciento. Desde hace algunos años, vienen creciendo las cifras de éxodo hacia Estados Unidos, con ecuatorianos que temen más quedarse que arriesgarse a cruzar el continente por la selva del Darién.

Según la Patrulla Fronteriza de EE.UU., más de 125 mil ecuatorianos fueron detenidos durante el 2023 en la frontera con México, intentando entrar de manera ilegal en busca del sueño americano. Y en lo que va del 2024, ya han sido detenidos más de 50 mil ecuatorianos en este paso fronterizo. Son miles de personas que huyen de un país que se ha convertido en uno de los más peligrosos del mundo, registrando alrededor de 8.000 muertes violentas el año pasado.

Por otro lado, según información del Ministerio de Gobierno, se registra un saldo migratorio de alrededor de 100 mil ecuatorianos cada año desde 2021. Es decir, que salen del país, pero no regresan. Diana Orcés, doctora en Ciencia Política e investigadora en EE.UU., comenta que el porcentaje de ecuatorianos que quieren irse de país era del 24 por ciento en 2008 y subió al 39 por ciento en 2023, de acuerdo a los datos de proyecto de opinión pública LAPOP. Es una cifra preocupante, toda vez que las personas víctimas del crimen son más proclives a querer irse.

¿CÓMO LLEGAMOS A ESTO?

Pepe vive en el barrio Esmeraldas Chiquito, en Guayaquil. Tiene 41 años, conduce una tricimoto y trabaja con otros socios en una cooperativa. Es el sustento de su hogar. Una tarde, Pepe empezó a recibir llamadas y mensajes extorsivos de parte de alias el “Carnicero”. Tenía que pagar 100 dólares hasta las tres de la tarde de cierto día, caso contrario atentarían contra él y su familia. Ante la negativa, una noche llegaron varios sujetos a los exteriores de su casa y realizaron disparos al aire. Así que Pepe se sometió por temor: hizo cuatro transferencias, 400 dólares en total, a una cuenta de uno de los bancos más grandes del país.

Para el cuarto pago, el “Carnicero” le dijo a Pepe que enviaría a una persona a retirar el dinero en efectivo en su casa. Pepe se alarmó y se comunicó con la Policía. Un emisario llegó hasta el domicilio, retiró el sobre con dinero y luego fue a entregarlo a alias la “Diabla”, quien es la esposa del “Carnicero”. Los agentes de la Policía hicieron el seguimiento y de tuvieron a la banda. Pepe es un nombre protegido, pero el “Carnicero” y la “Diabla” son alias reales y sus nombres y actos delictivos constan en un expediente judicial. Recibieron una condena de seis años de cárcel.

Este es uno de los miles de casos que llegaron a manos de las autoridades por el delito de extorsión: más de 21 mil denuncias en 2023, un incremento del 364 por ciento en relación al año anterior. Pero es apenas una diminuta parte de la población que está “vacunada” y ha empezado a pagar un nuevo “impuesto”, no al Estado, sino a los criminales: por tener un negocio, una casa, un sueldo, una profesión o simplemente por vivir en un barrio tomado por las bandas. La gran mayoría de ecuatorianos no se atreve a denunciar porque no cree en las instituciones.

Es un problema que azota sobre todo a cantones como Guayaquil y Durán, donde hay mayor presencia de los grupos de crimen organizado. El comandante de la Zona 8, general Víctor Herrera, re conoce que en sectores como Ciudad de Dios o Socio Vivienda hay barrios donde están vacunados, no solo los negocios comerciales y quienes brindan transporte, sino también las viviendas. Los criminales dejan un papel pegado en las paredes que dice “casa segura” porque paga una vacuna. Incluso explica que delitos comunes han sido reemplazados por las extorsiones. “Si hay mil casas y el pago por casa es cinco dólares, ya tienen cinco mil dólares (sin hacer mayor esfuerzo)”, dice Herrera.

NADIE SE SALVA

El crecimiento vertiginoso de las extorsiones lo reflejan los casos que se re portan a diario. No solo son pequeños negocios o barrios tomados por las bandas. Los criminales chantajean a las empresas con servicios “de protección”. Un estudio del Observatorio Ecuatoriano de Crimen Organizado (OECO) determinó que el 32 por ciento de empresas pequeñas, medianas y grandes ha sido víctima de extorsión.

Pero no queda allí, este virus se expande rápidamente a otras áreas. A inicios de mayo, cuando empezó el ciclo escolar en la Costa, varios encapuchados ingresaron a una escuela particular en la Cooperativa Balerio Estacio para exigir cinco mil dólares a la directora del plantel.

La Unión Nacional de Educadores (UNE) aprovechó la noticia para informar que 80 profesores de colegios fiscales de Guayas habían puesto denuncias en 2023 por ex torsiones de los propios estudiantes. Por su parte, la Red Nacional de Educadores comunicó que 140 maestros de Guayas, Manabí y Esmeraldas habían sido víctimas de extorsión y 300 pidieron al Ministerio de Educación traslados a otros planteles para no verse con sus victimarios. Son amenazados para que pongan buenas notas a ciertos alumnos o se permitan actividades ilícitas dentro de los planteles. Y eso tiene una lógica, explica Renato Rivera, director del OECO: hay un interés de las bandas criminales por vincular o reclutar a los adolescentes a sus filas y los procesos de iniciación suelen ser actividades de extorsión. Entonces no es casual que ocurra dentro de los colegios.

Ahora los extorsionadores llegan a todas partes. A mediados de mayo fue asesinado el médico Steven Aguirre Giler, quien trabajaba en el Centro de Salud de El Empalme. El joven de 25 años ya habría sido víctima de extorsiones: un año atrás intentaron secuestrarlo. Representantes de la Asociación de Estudiantes de Medicina de la Universidad de Guayaquil relataron que los médicos rurales están sometidos a pagar vacunas de entre 100 y 400 dólares semanales. Anunciaron una marcha para llamar la atención de las autoridades.

LOS QUE SE VAN

Médicos, profesores, comerciantes y muchos otros han tomado la dura decisión de abandonar el país, exponiéndose a la selva del Darién y otros peligros. Renato Rivera sostiene que las extorsiones tienen una repercusión directa en la migración forzada. Si Ecuador tuvo un histórico patrón migratorio por causas económicas, ahora se le suma la violencia y el miedo. El país vive una guerra contra las bandas criminales y, estas, a su vez libran su propia guerra por el control del territorio, que es un caldo de cultivo para que los delincuentes extorsionen a nombre de las bandas.

El informe del OECO, que hizo una encuesta a las empresas, determinó que el 66 por ciento de extorsionadores se identificó como parte de una organización criminal. Pero el comandante Víctor Herrera dice que la mayoría de extorsiones las hacen delincuentes comunes y por eso el 45 por ciento de estos delitos es por vías virtuales, es decir, mensajes y llamadas telefónicas. Mientras el 43 por ciento son vacunas, es decir, cuando los criminales se acercan y se presentan físicamente o dejan planfletos. El resto son otro tipo de extorsiones como sexuales, por ejemplo. Por eso, Herrera llama a no tener temor a denunciar.

Pero el problema parece seguir agudizándose: las extorsiones son fuente inmediata de recursos para las bandas criminales, que siguen reclutando adeptos; crean un “Estado paralelo” cuando logran controlar ciertos territorios y generan un ambiente de impunidad en el que la gente no con fía en las instituciones. Aunque el informe del OECO explica que la extorsión es un fenómeno regional que está afectando en similar medida a otros países, las condiciones de pobreza, falta de con fianza, violencia y disputa de las bandas, hace a Ecuador más vulnerable.

Fuente: Vistazo

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